Los cambios que han sufrido los apellidos en el tiempo y en su forma de escritura, ya sea al adaptarse a la ortografía de la época o, incluso, provocados por el nivel cultural de la persona encargada de hacer los registros, han ocasionado que un solo apellido tenga diferentes formas de escribirse y por tal, diferentes ramas genealógicas.
Así, apellidos como Jiménez, Mejías o Rojas, han derivado respectivamente de Ximénez, Mexías y Roxas, aunque el primer caso también aparece en ocasiones como Giménez; evolucionando también Xoyos y Hil hasta convertirse en Hoyos y Gil.
Otros apellidos como Bázquez, Carabantes, Abilés o Pabón, han ido cambiando con el tiempo la “b” por “v”. Masías, Bezerra y Braza se han transformado en Macías, Becerra y Brasa; transformándose en otros, como Godoi, Anaia y de los Reies, la “i latina” en “y griega”; o viceversa con respecto al Robayna que lo cambiarian a Robaina; terminando por perder la “h” apellidos como Matheos y Harana.
Un caso curioso es el de la evolución sufrida por el apellido de origen francés Sabatèe que primero se transformó en Sabater, luego en Salbatier que cambiaría a Salvatier, para terminar convirtiéndose en Salvatierra. O el de la evolución hasta el apellido Ríos desde Pedro Martín, que pasando por Hernández del Río y Martín del Río, se quedaría más tarde sólo en del Río para concluir a finales del siglo XIX convirtiéndose en Ríos.
Asi mismo tenemos que Lecuona tiene sus ramales, como Lecuna, Lekuna y Lecona. O el Bavaresco cuyos cambios, gracias a las personas encargadas de los registros, fueron sufriendo también sus transformaciones, tales como Babaresco, Babarezco, Barbarezco, Bavarisco y Bavarescus.
Para finalizar esta sencilla reflexión sobre los apellidos voy a hacer una breve referencia a sus posibles orígenes.
Está claro que los primeros apelativos tendrían que estar relacionados con alguna particularidad especial de la persona, y así encontramos que la procedencia de los apellidos puede ser muy diversa.
Algunos surgen de circunstancias personales del portador (Moreno, de la Rubia...); otros del oficio, cargo o situación en su vida social (Guerrero, Ternero...).
Con frecuencia indican la localidad de procedencia o el lugar donde residen (del Castillo, de la Vega, de Almonester, Laguna, Ocaña...); aunque quizás los más frecuentes sean los patronímicos, siendo formados en castellano generalmente añadiendo el sufijo -ez (González, Gutiérrez, Ximénez, Enríquez...).
De todas maneras, sea cual fuese la procedencia de cada apellido, en breve tiempo iría perdiendo su significación originaria, rompiéndose en tan sólo algunas pocas generaciones cualquier asociación con el motivo que diera origen a éste, llegando así a nuestros días.
* Grisseld Lecuna-Bavaresco
21/01/2012 gris-sehlita.blogspot.com/
Otros apellidos como Bázquez, Carabantes, Abilés o Pabón, han ido cambiando con el tiempo la “b” por “v”. Masías, Bezerra y Braza se han transformado en Macías, Becerra y Brasa; transformándose en otros, como Godoi, Anaia y de los Reies, la “i latina” en “y griega”; o viceversa con respecto al Robayna que lo cambiarian a Robaina; terminando por perder la “h” apellidos como Matheos y Harana.
Un caso curioso es el de la evolución sufrida por el apellido de origen francés Sabatèe que primero se transformó en Sabater, luego en Salbatier que cambiaría a Salvatier, para terminar convirtiéndose en Salvatierra. O el de la evolución hasta el apellido Ríos desde Pedro Martín, que pasando por Hernández del Río y Martín del Río, se quedaría más tarde sólo en del Río para concluir a finales del siglo XIX convirtiéndose en Ríos.
Asi mismo tenemos que Lecuona tiene sus ramales, como Lecuna, Lekuna y Lecona. O el Bavaresco cuyos cambios, gracias a las personas encargadas de los registros, fueron sufriendo también sus transformaciones, tales como Babaresco, Babarezco, Barbarezco, Bavarisco y Bavarescus.
Para finalizar esta sencilla reflexión sobre los apellidos voy a hacer una breve referencia a sus posibles orígenes.
Está claro que los primeros apelativos tendrían que estar relacionados con alguna particularidad especial de la persona, y así encontramos que la procedencia de los apellidos puede ser muy diversa.
Algunos surgen de circunstancias personales del portador (Moreno, de la Rubia...); otros del oficio, cargo o situación en su vida social (Guerrero, Ternero...).
Con frecuencia indican la localidad de procedencia o el lugar donde residen (del Castillo, de la Vega, de Almonester, Laguna, Ocaña...); aunque quizás los más frecuentes sean los patronímicos, siendo formados en castellano generalmente añadiendo el sufijo -ez (González, Gutiérrez, Ximénez, Enríquez...).
De todas maneras, sea cual fuese la procedencia de cada apellido, en breve tiempo iría perdiendo su significación originaria, rompiéndose en tan sólo algunas pocas generaciones cualquier asociación con el motivo que diera origen a éste, llegando así a nuestros días.
* Grisseld Lecuna-Bavaresco
21/01/2012 gris-sehlita.blogspot.com/
* Juan Carlos González Ternero
02/15/2007 logio2.blogspot.com/
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