Páginas

viernes, 5 de enero de 2018

TEATRO DE PIEDRA

De mi amigo y escritor porteño Julio Cesar Guanipa, les dejo uno de sus ensayos literarios, en la que analizando brevemente, interpreta y evalúa un día cualquiera en la vida de Diógenes de manera libre y oficial. 

ENSAYO
TEATRO DE PIEDRA
En algún lugar de Grecia, en un recodo del camino, como surgido de la nada apareció Diógenes, solitario caminante que ya había perdido la cuenta de los días y del tiempo recorrido. A su izquierda, un bosque de centenarios olivos y a su derecha el terreno se abría tapizado por una vegetación que raleaba sin concierto en el que se destacaba un otero, no muy alto, que desentonaba con el paisaje circundante.

Diógenes, el solitario caminante, se detuvo un momento a contemplar el otero. Algo le había llamado la atención. Al piedemonte de la elevación vio unos escalones tallados y cubiertos por losas de piedras. 

Intrigado, Diógenes dejó el camino y avanzó decidido a avanzar de cerca, en detalle, lo que parecía de algo a medio construir. Vio escalones y al pié de ellos, un amplio atrium tapizado por un enlozado, y como al azar algunos bloques y una columna caída, y restos esparcidos de lo que parecía un mesón de piedra.

Sin duda, se dijo Diógenes, eran los restos inconclusos de un teatro. 
Entonces su mente se llenó de recuerdos. Había sido actor en un grupo itinerante que recorría los pueblos presentando sus rutinas, comedias, dramas en medio de aplausos, algarabías, risa y rechiflas estimulados por el público donde convergían gentes de diversos orígenes; ricos, pobres, letrados e ignorantes. 

Mas luego, Diogenes, persiguiendo un mitico destino se vistió de caminante y comenzó a desandar los caminos. Evocó los días en que celebrando las fiestas de Dionisos - Baco - el dios de las cosechas, del vino, de las uvas y de las borracheras y del triunfo de la vida sobre la muerte, revivían al dios dando origen a los primeros pasos del teatro históricamente conocido. 

Diógenes, en medio de la nada, se quedó absorto contemplando el paisaje que le rodeaba. Había en pedestales figuras talladas en piedra; un Bufón parado de manos, una mujer con las manos extendidas, con palmas mirando al cielo, y un hombre que miraba fijamente a la mujer en posición de ruego. De sus recuerdos surgió de pronto la imagen de Atellana, una hermosa joven que formaba parte de la compañía de teatro. 

Y entonces, dejándose llevar por el amor al teatro, y hablando en comedia, extendiendo los brazos, rumió en sus pensamientos... "Estás acá, Dionisos? Dios de la alegría y a tristeza... De la vida y de la muerte, de la cosecha, de la abundancia...¿Me escuchas?"

Su invocación, Dionisos surgió de la vegetación del otero, sonriente, y tomó asiento al último escalón del centenario teatro. “Quiero creer que estás aquí ahora. En tu nombre escucho aplausos, risas aceptación, burlas, pero sigo adelante. Aún vivo del recuerdo de tu tragedia…”  Y el dios Dionisos sonreía, tolerante y expectante. “En tu heroica vida y decadencia le perdí el miedo a la muerte”.

Entonces, Diógenes volvió a la realidad. Su mirada volvió a recorrer los ruinosos restos del teatro de piedra y volvió su mirada al camino, la tarde avanzaba hacia el final del día. Oscurecía…

Quizás, pensó el caminante, de aquél recodo del camino por donde vino, aparezca una cuadrilla de teatro con sus actores y me acompañen en una puesta en escena…Y estuvo Diógenes esperando inútilmente mientras la tarde se vestía de sombras. Resignado, comenzó a caminar envuelto en soledad hacia donde la noche empezaba a cubrirlo todo.  

Entonces, el dios Dionisos, origen y razón de ser del teatro bajó con calma los escalones hasta el pequeño patio enlozado, y mientras Diógenes, solitario, bajo la luz de la luna desaparecía en la oscuridad, desde el bosque de los olivos y de la vegetación del otero comenzaron a salir, actores, hombres y mujeres, tramoyistas, equilibristas, juglares y trovadores que entonaban cantos de leyendas y hazañas y de bufones que hacían malabarismos, y el lugar se vistió de luz y comenzó a llenarse de voces, risas, gritos, algarabías y charangas…Le robaban las luces a los cocuyos para vestirse de triunfo.

Dionisos, el dios Baco, regresaba de nuevo a la vida.

Julio C. Guanipa
Enero 2018.
Jcgb1946@hotmail.com 

Grísseld LecunaGarcía/Bavaresco

Fotos cortesia de GOOGLE.COM





No hay comentarios:

Publicar un comentario