En estos días pude leer una
hermosa historia de amor como pocas se encuentran y se comentan. Me gusto tanto
que decidí colocarla en mi blog, y como siempre, pido ayuda a Mr. Google para
ver si existen otras versiones, cual es el nombre del autor, entre otras cosas;
y pude hallar varias, algunas con un autor desconocido, y en otras por un
doctor igualmente desconocido.
Entre tantas que leí decidí
sacar, según para mi (con un poquito de una y un tanto de otra), la mejor
versión de esta sutil y otoñal historia de amor, espero les agrade.
Esta historia sucedió hace
algunos años pero es digno de mencionarla, pues nunca pasa de moda; y es que un
doctor hizo pública una historia que le sucedió en su consultorio donde conoció
al protagonista de esta historia que para ese entonces contaba con 80 años.
El señor acudió al
consultorio de este medico una mañana agitada, como a eso de las 8:30, para que
le retiraran los puntos de su pulgar. Un tanto nervioso e impaciente se
mostraba el señor por la demora para su atención, en ningún momento
dejaba de mirar el reloj. Cuando finalmente se le atendió, el médico no dudo en
preguntar a que se debía su inquietud, a lo que inmediatamente respondió el
anciano que tenía que llegar al geriátrico para desayunar con su esposa.
El doctor le pidió que
tomara asiento, sabiendo que quizás pasaría más de una hora. Pero lo vio
mirando tan insistentemente su reloj que decidió examinar su herida.
Mientras lo curaba le
preguntó si tenía una cita con otro médico esa mañana, ya que lo veía tan
apurado. El señor le dijo que no, que necesitaba ir al geriátrico para
desayunar con su esposa.
El doctor le preguntó sobre
la salud de ella, él le respondió que ella hacía tiempo que estaba allí, pues
padecía de Alzheimer.
Le preguntó si ella se
enfadaría si él llegaba un poco tarde; le
respondió que hacía tiempo que ella no sabía quien era él, que hacía cinco años
que ella no podía ya reconocerlo.
El doctor sorprendido
entonces le preguntó: ¿Y usted sigue yendo cada mañana, aún cuando ella
no sabe quién es usted?
El sonrió y le dijo: “Ella
no sabe quien soy, pero yo aún se quién es ella y la amo… Ella es el amor de mi
vida”.
El doctor cuenta que al
escuchar esa frase se le erizó la piel y tuvo que contener las lágrimas
mientras él señor se iba, y pensó, “Ese es el tipo de Amor que quiero en mi
Vida”.
El Amor Verdadero no es
físico, ni romántico. El Amor Verdadero es la aceptación de todo lo que es, ha
sido, será y no serás en la vida.
El verdadero amor; dista mucho del romanticismo, no tiene que
ver demasiado con el erotismo, ni con el sexo, más bien se vincula al trabajo,
al complemento, al cuidado y, sobre todo, al verdadero amor que se profesan dos
personas realmente comprometidas.
Grisseld
LecunaGarcia/Bavaresco
Fuentes:
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