La palabra "Apellido", es un código de
identidad; nombre de familia con que se identifica a las personas con el
parentesco, adopción, matrimonio, consanguineidad; mediante los apellidos se
ordena y ubica a las personas.
Según la etimología, esta palabra es de origen
latino bajo la denominación «appellĭtus» que significa: tema frecuentativo
(llamar repetidamente).
En muchos países, la mayoría de las personas están acostumbradas a
tener por lo menos dos nombres: un nombre personal (primero) y un apellido o
apellidos. Históricamente, los apellidos han desempeñado un papel fascinante e
importante en la sociedad, proporcionando señales instantáneas de antecedentes
de una persona y la posición social.
No todas las culturas usan apellidos; en las que lo hacen, estos sirven para ubicar a las personas dentro de una determinada familia o tribu para establecer la identidad, la credibilidad y valor social.
No todas las culturas usan apellidos; en las que lo hacen, estos sirven para ubicar a las personas dentro de una determinada familia o tribu para establecer la identidad, la credibilidad y valor social.
En los tiempos antiguos, cuando las comunidades eran pequeñas y
todos los miembros de un pueblo, clan o tribu se conocían entre sí, el apellido
era innecesario para la identificación, pero a menudo se utilizaban para
rastrear el linaje. En las sociedades donde el liderazgo era hereditario, los
apellidos eran cruciales para poder demostrar una conexión «pura» con el rey o
jefe.
Creando los apellidos
En la antigüedad, no existían los apellidos. Por tomar un ejemplo;
en la Biblia, a los personajes del Antiguo y Nuevo Testamento se les conocía
por su nombre: Abraham, Moisés, Pedro, Juan, Mateo, Jesús, María y José. No
había tal cosa como Abraham Pérez, Mateo Delgado o José García. No confundirse
por ejemplo con: Iscariote, que no era el apellido del traidor Judas, ni Tadeo
el del santo; eran sobrenombres, apodos.
-Llévale este mensaje a Juan.
– ¿Cuál Juan? – preguntaba el mensajero.
– Juan, el “del valle”- explicaba para distinguirlo del otro Juan,
el “del monte”.
En este caso, los apellidos del Valle y del Monte, tan comunes hoy
en día, surgieron como resultado del lugar donde vivían estas personas. Estos
se llaman apellidos topónimos, porque la toponimia estudia la procedencia de
los nombres propios de un lugar.
Otros apellidos se originan de alguna peculiaridad arquitectónica
con la que se relacionaba una persona. Si tu antepasado vivía cerca de varias
torres, o a pasos de unas fuentes, o detrás de una iglesia, o al cruzar un
puente, o era dueño de varios palacios, entonces ahora se entiende el porqué de
los apellidos Torres, Fuentes, Iglesia, Puente y Palacios. Es posible que hayas
tenido algún ancestro que tuviese algo que ver con la flora y la fauna. Quizás
criaba corderos, cosechaba manzanas o tenía una finca de ganado. De ahí los
apellidos Cordero, Manzanero y Toro.
Los oficios o profesiones del pasado también han producido muchos
de los apellidos de hoy en día. ¿Seguro que conoces a algún Labrador, Pastor,
Monje, Herrero, Criado o Vaquero? Entonces ya sabes a qué se dedicaban sus
antepasados durante la Edad Media.
Otra manera de crear apellidos era a base de alguna característica
física, o un rasgo de su personalidad o de un estado civil. Si no era casado,
entonces era Soltero; si no era gordo, era Delgado; si no tenía cabello, era
Calvo; si su pelo no era castaño, era Rubio; si no era blanco, era Moreno; si
tenía buen sentido del humor, era Alegre; si era educado, era Cortés.
Muchos apellidos denotan relaciones, por lo
general al padre: los nombres anglosajones que terminan con «son» (hijo), así
tenemos que Williamson significa hijo de William o Johnson: hijo de John. En
escocia figuran MacArthur:
hijo de Arthur o McKay, hijo de kay (Mac
o Mc). Martini es hijo de Martin en italiano. Tenemos «Fitz» en los nombres franceses (Fitzhugh: hijo de Hugh),
«nui-a» en un nombre Hawaiano masculino, y los nombres de hispanos que terminan
en «s» o «ez» (Hernández, Perez, Gonzalez…). Estos provienen de los intentos de
distinguir un hombre con el nombre común de otro. Los nombres nórdicos suelen extender
esto a las niñas: la hija de Niall (Niall’s daughter) se transforma en
Niallsdottir.
Invirtiendo y omitiendo posiciones en el apellido
En el portugués se usa el sistema de invertir los apellidos (influencia que estuvo arraigada
en Canarias varios siglos). Este hecho (consignar primero el apellido
materno y luego el paterno) se da tanto en Portugal como
en Brasil. Mientras tanto, en muchos países del mundo sólo se hereda el
apellido paterno. El apellido de una mujer cambia tradicionalmente tras
contraer matrimonio en algunas culturas, aunque hay pocos países que obliguen a
realizar dicho cambio. El uso de los apellidos es muy distinto entre las
culturas del mundo. En particular, los habitantes de Tíbet y Java a
menudo no utilizan apellido.
Los apellidos han dado linaje, prestigio, realeza, poder, pobreza,
vida y muerte… en muchos casos han sido factor de innumerables conflictos,
rechazo, discriminación, persecución y sojuzgamiento.
La literatura universal ha dado cuenta de ello, como es el caso de la rivalidad entre las familias de Romeo y Julieta, los Capuleto y los Montesco, por cuyo antagonismo reprobaron la relación de los enamorados quienes, ante la presión respectiva, optaron por el suicidio antes que saberse separados.
La literatura universal ha dado cuenta de ello, como es el caso de la rivalidad entre las familias de Romeo y Julieta, los Capuleto y los Montesco, por cuyo antagonismo reprobaron la relación de los enamorados quienes, ante la presión respectiva, optaron por el suicidio antes que saberse separados.
Los derechos hereditarios dentro de las monarquías europeas, fue
causa de grandes masacres, donde los apellidos constituyeron el factor
determinante.
Y es así como, poco a poco, durante la Edad Media, comienzan a surgir los apellidos. La finalidad era, pues, diferenciar una persona de la otra. Con el tiempo, estos apellidos tomaron un carácter hereditario y pasaron de generación en generación con el propósito de identificar no solo personas, sino familias.
Y es así como, poco a poco, durante la Edad Media, comienzan a surgir los apellidos. La finalidad era, pues, diferenciar una persona de la otra. Con el tiempo, estos apellidos tomaron un carácter hereditario y pasaron de generación en generación con el propósito de identificar no solo personas, sino familias.
Grisseld LecunaG/Bavaresco
Fuente:
Excelente¡ Podríamos agregar los muy castizos apellidos que denotan la filiación como Hidalgo y Bastardo.
ResponderEliminarCiertamente mi estimado amigo. Un abrazo.
EliminarExcelente información... Saludos cordiales!!!
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