Un
científico, quería probar una teoría. Necesitaba un voluntario que llegase
hasta las últimas consecuencias. Por fin lo encontró, era un condenado a muerte que sería ejecutado en la silla
eléctrica.
El
científico le propuso al condenado, lo siguiente: él participaría de un
experimento científico que consistía en hacerse un pequeño corte en el pulso,
con el propósito de que su sangre fuera goteando lentamente hasta la última
gota. Le explicó que tenía mínimas probabilidades de sobrevivir, pero que de
todas formas, su muerte sería sin sufrimiento, ni dolor; ni siquiera se daría
cuenta.
El
condenado aceptó, porque morir de esta manera, era preferible a morir en la
silla eléctrica. Lo colocaron en una camilla y ataron su cuerpo para que no
pudiera moverse. A continuación le hicieron un pequeño corte en la muñeca y
colocaron debajo de su brazo una pequeña vasija de aluminio.
El
corte fue superficial, sólo sus primeras capas de piel, pero fue lo suficiente
para que él creyera que realmente le habían cortado las venas. Debajo de la
cama, fue colocado un frasco de suero con una pequeña válvula que regulaba el
paso del líquido, en forma de gotas que caían en la vasija. El condenado, podía
oír el goteo y contaba cada gota de lo que creía era su sangre.
El
científico, sin que el condenado lo viera, iba cerrando la válvula, para que el
goteo disminuyera, con la intención de que pensara que su sangre se iba
terminando.
Con
el pasar de los minutos su semblante fue perdiendo color, su ritmo cardíaco se
aceleraba y le hacía perder aire a sus pulmones. Cuando la desesperación llego
a su punto máximo, el científico cerró por completo la válvula y entonces el
condenado tuvo un paro cardíaco y murió.
El
científico consiguió probar que la mente humana cumple estrictamente todo lo
que percibe y que el individuo lo acepta, sea positivo o negativo, actuando
sobre toda nuestra parte psíquica y orgánica.
En resumen
Siempre
he pensado que la mente no tiene límites cuando se engaña ella misma. Peor aun
cuando no entiende las cosas y fabrica lo que puede para entender, como cuando
vemos cosas que las tomamos como sobrenaturales pero que en realidad no lo son.
O
como cuando te dicen, que tienes coronavirus,
la gente muere de pura sugestión. Tras verse toda la farsa mediática de los
medios televisivos. Sin fuerza de voluntad, para dar batalla.
Hoy
se sabe, que las pruebas dan positivos falsos, y negativos errados.
Hoy
se sabe, que en realidad no hay peligro de muerte a menos que tengas tu sistema
inmune comprometido.
Así
que cuidado con la mente y sobre en quienes ponemos nuestra fe.
Grísseld LecunaG/Bavaresco
Fuente:
Prueba de vida, del libro “Una y otra vez”, de Leonel
Grimaldo Salazar
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