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lunes, 1 de agosto de 2022

LA BENDICION DE LOS PADRINOS, UNA TRADICION PORTEÑA

El bautismo es el primer sacramento de la ley evangelista que permite renacer a la vida espiritual, y para su administración contempla la Iglesia una serie de requisitos.



Los padrinos, por ejemplo, deben ser bautizados y confirmados, profesar la fe católica, conocer la doctrina cristiana para enseñársela a sus ahijados, no ser menores de 12 años de edad, y únicamente puede escogerse un padrino o una madrina.

Sin embargo, los fieles de Puerto Cabello, agregaron otras costumbres que se practicaron durante el siglo XIX, la viajera Jenny de Tallenay, hija de Henry de Tallenay, Cónsul de Francia en Venezuela nos dejó un valioso testimonio al respecto, publicó en 1884 su libro "Souvenirs du Venezuela"..

Jenny de Tallenay
En una revista editada en París en 1884, Jenny narro la ceremonia que prosigue al acto religioso:

“Al volver al hotel, nos extrañó notar en él una viva animación, señores y señoras, en traje de gala, se paseaban de un lado a otro de la galería del patio; en un salón vecino había sido levantada una larga mesa cargada de frutas y vinos, y en la multitud circulaba una negra alta y fuerte que caminaba orgullosamente manteniendo en sus brazos a un nene minúsculo envuelto en muselina.

Le preguntamos  a una mujer especialmente encargada de nuestro servicio que pasaba y nos contestó que era un bautizo y los padres del niño han escogido nuestro hotel para ofrecer un banquete a sus amigos.

Íbamos a retirarnos, después de admirar al nuevo cristiano, cuando una mujer joven, elegante y bonita, se acercó a uno de los convidados y le habló al oído, de inmediato este se nos aproximó y saludándonos muy cortésmente nos dijo sonriendo: “Mi mujer me encarga convidarles a nuestra mesa, Ustedes son extranjeros y su presencia traerá suerte al nene”.

El padrino y la madrina, radiantes de alegría ocupaban los sitios de honor y se saludaban alegremente con el nombre de “compadre” y “comadre”, al cual tiene derecho las personas que tienen un mismo ahijado.

Los ahijados han adoptado por otra parte en Venezuela una costumbre singular, cuando encuentran a su padrino o a su madrina, sea en una casa, sea en una calle, le piden su bendición.

Durante mi permanencia en San Esteban, recorría a veces el pueblo con una joven señora, parienta de nuestros huéspedes, era madrina de una docena de negritos quienes, en cuanto lo veían, corrían a su encuentro gritando a todos los tonos: ‘La bendición, madrina’, y la joven mujer contestaba muy seria: ‘Que Dios los bendiga, muchachos’ y los negritos se iban, riendo, gritando, muy felices de haber sido vistos y reconocidos.

La conversación era muy animada cuando al fin de la comida se trajo el champan, un señor se levantó de pronto e hizo un discurso pomposo seguido de una media docena más, todos calurosamente aplaudido, el padre del niño dejó después su asiento y distribuyó a cada convidado una pequeña tarjeta litografiada sobre la cual estaba pegado un dólar americano de oro como recuerdo de la ceremonia.

Esto es aún una costumbre nacional; los ricos emplean monedas de oro y los pobres, pequeños ramilletes de flores de los cuales esta colgaba una monedita de plata del valor de un real”.

Grísseld LecunaG/Bavaresco

Fuente:

Camino al Bicentenario. Bendición Padrino. Tomado del chat de Whatsapp de Tonino Saraullo

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