Hoy les comentare la historia,
contada por Luis Taborda, sobre la presentación de la bailarina Rusa Anna
Pávlova en Puerto Cabello.
Y todo sucedió durante la época
de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), cuando los grandes artistas de Europa
se venían a actuar a América, ya que en el viejo continente les era imposible.
A fines de 1918, la famosa Anna
Pávlova, reina del Ballet Mundial, vino a actuar a Caracas. Como no habían
barcos en La Guayra para seguir su viaje, se vino con su Compañía a Puerto
Cabello a tomar un vapor venezolano, muy pequeño, por cierto, que se llamaba “El
Guárico”, de la Compañía Fluvial y Costera de Venezuela. Dicho barco los llevaría
a la ciudad de Colón en Panamá, pero al llegar fue multado por no llevar la cantidad de botes
reglamentarios, para el caso de accidente. Y tuvieron que regresar a Venezuela.
Para esa época el empresario de
esa representación era Manuel Melo y por las circunstancias de la carencia de
barcos, preparo la actuación de Ana Pávlova en el Teatro Municipal mientras solventaban lo de los botes faltantes. Dicha representación
de danza fue todo un suceso en el país, por lo menos doscientas personas
llegaron desde Valencia en un tren especial de la Compañía del Ferrocarril Inglés,
otras se vinieron en automóviles a pesar del mal estado de la carretera que
estaban reparando.
A las 6 de la tarde de ese
grandioso dia, fue el último ensayo. Un grupo de bailarinas, la mayor parte rubias,
sobre una alfombra verde claro, se ejercitaban bajo la dirección del primer
bailarín Molinini (después de la muerte de la Pavlova, en 1931, fundó en París
una academia de danzas).
Escenario del Teatro Municipal de Puerto Cabello |
A las 9 de la noche, con el
Teatro completamente lleno, empezó la función. Había un deseo vehemente de ver
a la Pávlova. Cuando se abrió el telón; por fin apareció en el escenario la radiante
sacerdotisa de la danza vestida de blanco… Venía de recorrer ochocientos mil kilómetros
en todas las latitudes del mundo. Sonó la música de Saint-Saens, y aquella
mujer etérea, se volvió un cisne. Los abanicos de sus alas danzaban y danzaban; ya
moribundo, sus alas se agotan y el Cisne muere… Anna Pávlova, pálida, con una expresión
divina, había llegado al corazón del público.
Teatro Municpal de Puerto Cabello |
Terminada la función, la Pávlova
acompañada de su representante, su médico, su masajista, etc., regresa al vapor
“Guárico”. Ya en el barco, el grupo se detuvo en el puerto. Luis Taborda tuvo
la dicha, en sus propias palabras: “Yo era admirador de la Pávlova, la había
seguido a través de las crónicas y no podía perder la oportunidad de verla de
cerca y gracias a mi amigo Manuel Melo pude estar de frente a ella y tomé
aquella ala de cisne, la bese casi con temor y le dije -Adieu Madame- Nunca
olvidaré aquellos grandes ojos, casi negros y húmedos, aquella palidez tremenda,
aquella dulce y femenina sonrisa, aquella estilizada y armoniosa geometría de
su cuerpo”.
Anna Pávlova nació en la ciudad
de San Petersburgo (Hoy Leningrado), el 12 de febrero de 1881. Su padre murió cuando
ella tenía dos años, su madre era muy pobre. A la edad de 10 años se incorpora
como alumna en la Escuela Imperial de Ballet de San Petersburgo.
Vivió cuarenta y nueve años
deleitando con su arte divino a miles y miles de personas en el mundo. Murió en
La Haya, Países Bajos, una madrugada del 23 de enero de 1931, víctima de una fuerte neumonía.
La primavera siguiente a su
muerte, Luis Taborda fue a Londres, era la primera vez en muchos años que
visitaba a Europa sin verla. Fue al Golder’s Green Crematorium, no muy lejos
donde ella había vivido.
Se dirigió hasta su última
morada, aquello era todo lo que quedaba de Anna Pávlova. Allí, junto a la escalinata
de piedra delante del Muro Este 3-7-11 depositó un ramillete de violetas.
Grísseld lecunaG/Bavaresco
Fuente:
.- Ana Pavlova en Puerto
Cabello. Luis Taborda
.-Punta Brava Nº 20 (Junio-Julio
1970). Edición extraordinaria. II época. Ana Pavlova en Puerto Cabello.
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