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martes, 14 de abril de 2015

UNA ESCUETA VERSIÓN DE UNA HISTORIA CUALQUIERA

Esta es la breve versión de una historia que le puede estar pasando a cualquiera, que esta inmersa en un arrebato fugaz, en un momento de malacrianza -si se quiere-, que habla del pánico que se siente al comprender que tienes a esa gran mujer a tu cargo y el shock que experimentas cuando tu capacidad y tus recursos resultan prácticamente inútiles ante las exigencias de una madre que deseas por todos los medios que se sienta como una reina. 

Esta, es una de esas historias, que podría ser o haber sido la de cualquier persona que la este leyendo en estos momentos, o porque no?, podría ser hasta la mía.

Y así comienza…….. 


Esta etapa de la vida, me sacudió la forma en que la situación me consume el tiempo, las energías y la cuenta del banco, a pesar de que ella tiene su pensión, pero eso no alcanza para todo.

Como trastorna mi vida profesional y personal, el temor a que mi tiempo en este universo paralelo nunca termine antes  que el de ella y la culpabilidad por no darle todas las comodidades que se merece.

Pero a pesar de mis quejas (soy humana), puedo decir que vale la pena cada minuto por terrible que me parezca, porque es una experiencia transformadora. Trato de vivir siempre el presente y todo lo que puedo hacer es sobrevivir un día a la vez, junto a ella.

Así llegué a este momento de su vida, antes que mis amigos y conocidos, quienes, carente de experiencia (en algunos casos), comentan mi convicción (penosa para mi), que exagero lo terrible de mi situación. Rara vez lo dicen a través de sus gestos, miradas o en voz alta, pero en el silencio entre las frases escucho su juicio: “Esto no puede ser tan difícil como lo pinta, solo hay que tener PACIENCIA. La gente mayor se enferma, es inevitable”. 

Paciencia no es la palabra, yo diría que fortaleza y amor…. Que fácil es sacar conclusiones cuando el golpe aún no te lo han dado a ti….!
Esto es para mí un periodo de mucha soledad. Se esta demasiado cansada y muy triste para conversaciones con amigos, apropiadas socialmente, pues siempre se comenta alguna queja sobre el asunto. En las reuniones ya no asisto muy seguido, a veces mi madre quiere salir pero en otras no lo desea y pronto se me ha hecho más fácil quedarme en casa.

No he podido conseguir un trabajo en que pueda hacerlo bajo la comodidad de ella; intento mantenerme al día por medio del Internet, a la vez que lidio con las llamadas de mi madre, las preguntas y olvidos de cosas que hacía y que ya no recuerda (su olvido se debe a los años y no al Alzheimer, ¡Gracias a Dios!); cuando éstas cosas suceden debo de contener mis lágrimas y salir de la sala donde se encuentra, pues la impotencia me cubre la mente, no puedo creer que lleguemos a esta vida, aprendamos a caminar, a hablar, estudiamos, amamos, aprendemos a valernos por si solos, a convivir con los demás, a multiplicarnos, para que una vez llegado cierto periodo senil todo se olvide; entonces yo me pregunto; Para que coño venimos si a la final nos iremos como nacimos, sin nada, ¿y lo aprendido?, ¿Dónde esta? ¿Quién nos lo devuelve?.... ¡Que tristeza!.

Las personas mayores pueden tener días buenos, y me corresponde maximizarlos para mi madre, aunque para ella ya no exista un brillante futuro.

A veces me imagino (casi siempre en un estado entre la frontera del sueño y la vigilia, donde el cuerpo ya no esta totalmente despierto, pero tampoco se ha dormido por completo), durante mis días de ignorancia y agotamiento, en agarrar mi carro y dirigirme hacia el norte y manejar hacia el infinito y más allá…. Me alegro siempre de no hacerlo y que quede en mi imaginación, primero porque vendí mi carro (para sobrevivir económicamente); segundo, caería en el mar (vivo a casi 800 o 600 metros de la playa, no los he contado aún), y el tercero porque estoy descubriendo de lo que estoy hecha, encontrando lo mejor de mi. Descubrí a mi Madre.


Grísseld LecunaGarcia/Bavaresco

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