lunes, 7 de julio de 2014

JHON WILLIAMS, EL HOMBRE QUE LLEGO A PLAYAS PORTEÑAS.

Hace algunos años atrás, el ser polizón era una cultura en el puerto, y era un problema que las autoridades locales no habían podido afrontar. En la mayoría de los casos del Caribe, los polizones tenían la certeza de que el barco en el que se subían tenía como destino un puerto norteamericano, sin embargo, a veces el rumbo cambiaba y llegaban a puertos distintos que no ofrecían ningún futuro.

Este fue el caso de Jhon Williams, nacido en la Isla de Trinidad y Tobago. Que quiso aventurarse a lo desconocido, quería conocer el mundo, cumplir su sueño americano. Según él, lo lograría en los Estados Unidos; no le seria tan difícil, pues ya conocía el idioma. 

A ciencia cierta no se le conoce año de llegada, ni el nombre del buque que lo trajo hasta las playas porteñas.

Se le comenzó a ver por las calle de Puerto Cabello, aproximadamente en el año de 1984, un adolescente con bermudas, camisa hawaiana, su larga cabellera muy al estilo de Bob Marley (rastas o dretts) y su lenguaje (ingles caribeño), específicamente Trinitario.

Pero, ¿Qué le sucedió a este hombre de alta estatura, piel oscura y de vocablo extraño, que acostumbró a toda una generación de porteños al misterio de su presencia? ¿Porque dejar a su familia si esta gozaba de una buena posición económica?

Pues bien, existen varias versiones de este personaje que ya es parte del devenir porteño. Una de ella es que dicen, fue atracado y golpeado por malhechores que le quitaron su pasaporte, dinero y algunas de sus pertenencias (reloj, cadena y anillo de oro). Ello lo llevo a padecer de un cuadro esquizofrénico con episodios de fuertes soliloquios (dialogo consigo mismo sin interlocutores presentes), en que asusta hasta los mas fornidos transeúntes; pero era su forma de defensa, pues pensaba que lo atracarían y golpearían nuevamente. Pero es consciente de su presencia, y nunca ha ocurrido un episodio de violencia en que se le vincule.

Su mente ha venido en franco deterioro desde su llegada y quizá sea la causa de no haber aprendido el español.

Jhon Williams se ha ganado muchos apodos a lo largo de todo este tiempo: Chakasulu, Coca-cola, El Trini, El Caminante, Bob, y, con estos apodos, se ha convertido en una celebridad del Internet hasta tiene un video bailando en Youtube

Trabajó en reformas que se hicieron en lo que es hoy una red de supermercados en la Alcantarilla y en la construcción de las panaderías del viejo Terminal de pasajeros Juan José Flores. Allí batía mezcla (cemento).

Su apariencia es un tanto especial, no lleva vestido más que un roído jeans, similar a un guayuco, descalzo, un palo de madera y nadie lo ha visto dormir en la calle. Sobre su salud, jamás se le ha visto padecer de alguna dolencia.

Sin dudas alguna, Jhon Williams no es un “indigente” habitual, asombrosamente tiene una dignidad muy bien sostenida, no acepta nada gratis si no lo pide, no consume drogas ni licor, solamente cigarrillos y refrescos oscuros. Gusta del arroz que le regalan vendedores de playa blanca y se ha negado a usar toda clase de ropa que siempre le ofrecen. 

Por su carácter apacible, no tiene problemas con la fuerza pública, aun cuando algunos de sus actos representan un riesgo de accidente vial.

Jhon Williams es un ser humano que ha recibido del puerto al que llegó, el respeto y la libertad para sobrellevar el naufragio, como modo de vida.

Dicen que: “Cuando alguien se marcha de su país siempre lo añora, pero cuando vuelve a él, añora lo que dejó atrás”. Quizá no sea esto lo que le rime a este personaje, pero segura estoy que Jhon Williams, el polizón porteño, se quedará aquí y aquí se quedarán sus huesos.


Grisseld LecunaGarcia/Bavaresco

Fuentes:






2 comentarios:

  1. Qué buen relato! Me sacó de mis dudas. Despejó algunos errores; como el de que es trinitario, no haitiano. Refleja que hiciste una investigación y te enteraste de su realidad. Te felicito!
    Tengo in cuento titulado "EL LOCO DE MI PUEBLO " y en estos días Aurora me lo recordaba, aludiendo que mi relato podría coincidir con su figura.
    Gracias por tu envío, disfruté leyendo algo de su vida.

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