miércoles, 22 de julio de 2020

POETA O POETISA


Como se les dice a las mujeres que hacemos versos, ¿Poetas o Poetisas?

En mi afán de buscar una respuesta razonable, me di a la tarea de indagar sobre el tema. Pues bien, el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) considera ambas correctas. En ella, decía:

poeta.
(Del lat. poēta, y este del gr. ποιητής).
1. com. Persona que compone obras poéticas.
2. com. Persona dotada de gracia o sensibilidad poética.

Es importante fijarse que dice “persona”, y por tanto no ciñe la definición al género masculino, como antiguamente ocurría. Pero indaguemos mas, echemos el tiempo hacia atrás y veamos que sucedió con esas dos palabras.

Cuando las palabras con el tiempo y 
los cambios de pensamientos, son
 portadoras de prejuicios.

En épocas pasadas los únicos que hacían versos eran los hombres al que se le llamaba poetas.

Al pasar del tiempo las mujeres empezaron a demostrar que ellas también tenían dotes literarias para hacer versos rimados. Y se le llamaron Poetisa.

¿Pero qué sucedió?
Que la palabra poetisa estaba cargada de tonos despectivos por mucho tiempo, ya que las poetisas se les identificaban como aquellas señoritas cursis que a falta de ocupación mejor, llenaban sus ocios componiendo rimas sentimentales.

¿Y por qué, si ya teníamos poetisa, se empezó a usar poeta como femenino?
Fue por un reclamo feminista mal entendido, las pobres poetisas adquirieron mala fama, pero los poetas eran poetas en serio, profesionales (por así decirlo), y se despreciaba a las poetisas.

Entonces las poetisas que no querían ser confundidas con “poetisas”, empezaron a llamarse a sí mismas poetas, como aquella presidenta que se hacía llamar presidente porque creía que así adquiría la autoridad que su persona no tenía (pero peor, porque la forma presidente era de género común, y poeta era solo masculina).

En realidad, la reivindicación no tenía nada de feminista: era puro machismo. Pero tanto insistieron aquellas obcecadas mujeres que el uso prendió y la Academia, quizás a regañadientes, tuvo que registrarlo”.

No obstante, para mostrar las distintas vueltas que el sentido de una palabra puede dar, debemos decir que algunas mujeres feministas (como Ana Rossetti) han preferido y prefieren el uso de poetisa, “dándole contenido y reivindicando a las buenas poetisas que han habido y que hay, en vez de evitar una palabra como poetisa sólo porque su uso anterior la haya estigmatizado. También las palabras, sobre todo si están bien hechas y cumplen una función, tienen derecho a dignificar su contenido”.

La lengua no es inocente, claro está. Así, vemos que en la siguiente edición del diccionario de la RAE esta una modificación en la entrada “poetisa”. Hasta ahora encontrábamos esto:

poetisa.
(Del lat. poetissa).
1. f. Mujer que compone obras poéticas y está dotada de las facultades necesarias para componerlas.
2. f. Mujer que escribe obras poéticas.

Y en el “Avance de la vigésima tercera edición” vimos lo siguiente:
poetisa.
(Del lat. poetissa).
1. f. Mujer poeta.

Parece que ya no hace falta aclarar si la autora está dotada o no para el arte de la poesía. En fin, cada una que se llame como quiera, lo importante es que escriba buenos versos, al igual que en el caso de los varones.

Grisseld LecunaG/Bavaresco

Fuente:

Diccionario la Real Academia de la lengua española RAE




miércoles, 15 de julio de 2020

LA TRISTE HISTORIA DE PHILLIS WHEATLEY, LA MADRE DE LA LITERATURA AFROAMERICANA


Phillis Wheatley (1753-1784), a quien se considera como la madre de la literatura afroamericana, nació en el área de los actuales Senegal y Gambia. A los siete años de edad, fue capturada y sometida a la esclavitud. Fue llevada al continente americano en 1761, donde en el puerto de Boston (Massachusetts), la compraron y fue convertida al cristianismo.

Su nombre Phillis, proviene de la goleta en la que fue transportada de África a América y su apellido, Wheatley de John y Susanna Wheatley, la familia de comerciantes que decidió comprarla como sirvienta y doncella personal.

Una vez instalada en su nuevo hogar, los Wheatley no tardaron en descubrir la inteligencia de su nueva sirvienta y por ello se aseguraron de que recibiera una buena educación. Prácticamente fue considerada un miembro mas de la familia. Junto a los gemelos Nathaniel y Mary (hijos de la pareja), estudio teología, filosofía, astronomía y literatura; además de estudiar inglés y las lenguas clásicas.


Bajo la influencia de la Biblia, los clásicos y escritores ingleses como John Milton y Alexander Pope, la joven africana comenzó a escribir poesía. John y Susanna Wheatley, quienes admiraban su talento, la animaron a recitar sus poemas en las reuniones sociales. En aquellas reuniones, el público quedaba perplejo ante el ingenio de Phillis. No debemos olvidar que en la América colonial estaba caracterizada por el racismo y el esclavismo (este último más notable en los estados del sur, donde se necesitaba mano de obra para las plantaciones). Así que muchos invitados allí presentes no podían creer con facilidad que una persona negra (a la que, por lo general, se le consideraba mental y moralmente inferior), fuera capaz de escribir poemas tan exquisitos.

Es por ello que Phillis Wheatley fue sometida a un duro interrogatorio en el que dieciocho dignatarios de Nueva Inglaterra, entre ellos el gobernador de Massachusetts, reconocieron, finalmente, su inteligencia y consideraron que tenía suficiente destreza para haber escrito aquellos poemas. Este hecho supuso el primer reconocimiento en la historia de EEUU de la igualdad intelectual entre blancos y negros.

Phillis Wheatley fue la tercera mujer (después de Anne Bradstreet y Mary Rowlandson) que publicó un libro en los Estados Unidos. Su obra Poems on Various Subjects fue publicada en 1773, dos años antes de que comenzara la guerra por la independencia de los Estados Unidos.


Su obra es considerada uno de los primeros ejemplos de la literatura afroamericana y  fue utilizada por los abolicionistas para negar la inferioridad artística de los africanos. Durante muchos años, sus poemas fueron más valorados desde el punto de vista histórico que del literario. No obstante, hoy en día sus poesías son analizadas y estudiadas en los institutos y universidades de gran parte del mundo. 

En su obra poética, admirada por Voltaire y George Washington, la religión y la moral son temas fundamentales; pero también la autora dedica unos versos a su infancia en su tierra natal y a la esclavitud.   

Su poema On Being Brought from Africa to America es uno de los pocos que gira en torno a la esclavitud. En él, la autora hace uso de la auto-representación  y de la ironía retórica para acabar con los prejuicios que existían sobre su raza en aquella sociedad:  

“Fue la gracia en la que me trajo desde mi tierra pagana,
le enseñó a mi ignorante alma a entender
que hay un dios, que hay un salvador también:
Antes no he buscado ni conocía la redención.
Algunos ven a nuestra oscura raza con ojo desdeñoso,
“Su color es un hito diabólico.”           
Recordad, cristianos, negros, tanto como Caín,
Podrían ser refinados y unirse al angélico tren” 

Phillis se convirtió en una escritora reconocida. Viajó a Inglaterra en 1773 junto a Nathaniel Wheatley y allí conoció a un número de notables como Benjamin Franklin, el conde de Darthmouth y el alcalde de Londres. Además, recibió una copia de Paradise Lost de John Milton, la traducción de Don Quijote de Smollet, y Selina Hastings, condesa de Huntingdon y famosa misionera abolicionista, le mostró su apoyo para que continuara publicando poemas. Ese mismo año Phillis regresó a América, donde compró su libertad y publicó Poems of a Various Subjects, Religión and Moral.

Sin embargo, tras conseguir la libertad, su vida no mejoró. Phillis sufrió una depresión tras la muerte de John y Susanna Wheatley. Años después, contrajo matrimonio con un negro liberto llamado John Peters. Aunque ambos fueron personas ambiciosas, no lograron conseguir un empleo que les proporcionase una buena calidad de vida. Phillis solía quedarse en casa haciéndose cargo de sus tres hijos mientras su marido buscaba trabajo.

Tras la muerte de sus tres hijos y caer en la más absoluta pobreza, John Peters abandonó a Phillis. Aun así, ella nunca se rindió. Empezó a trabajar como sirvienta mientras seguía escribiendo poemas.

Pero ni el trabajo ni sus poemas le proporcionaron la prosperidad económica que necesitaba, por lo que falleció a los 31 años. Un segundo volumen de poesías en el que se encontraba trabajando durante este periodo se ha perdido.

En 1778, el poeta afroamericano, Jupiter Hammon, compuso una oda a Wheatley. El autor nunca se menciona a si mismo en el poema, pero tal parece que eligiendo a Wheatley como motivo, estaba reconociendo su origen común.

Grisseld LecunaG/Bavaresco

Fuente:






miércoles, 8 de julio de 2020

LA HISTORIA DE LA ANCIANA Y SUS SEMILLAS

Un hombre que subía cada día al autobús para ir al trabajo. Una parada después, una anciana subía al autobús y se sentaba al lado de la ventana.

La anciana abría una bolsa y durante todo el trayecto, iba tirando algo por la ventana, siempre hacía lo mismo y un día, intrigado, el hombre le preguntó que era lo que tiraba por la ventana.

- ¡Son semillas! - le dijo la anciana .
- ¿Semillas? ¿Semillas de qué?

- De flores es que miro afuera y está todo tan vacío...Me gustaría poder viajar viendo flores durante todo el camino. ¿Verdad que sería bonito?


Pero las semillas caen encima del asfalto, las aplastan los coches, se las comen los pájaros... ¿Cree que sus semillas germinarán al lado del camino?

Seguro que sí. Aunque algunas se pierdan, alguna acabará en la cuneta y, con el tiempo, brotará.

Pero...tardarán en crecer, necesitan agua ...

Yo hago lo que puedo hacer. ¡Ya vendrán los días de lluvia!

La anciana siguió con su trabajo ... Y el hombre bajó del autobús para ir a trabajar, pensando que la anciana había perdido un poco la cabeza .

Unos meses después... Yendo al trabajo, el hombre, al mirar por la ventana vió todo el camino lleno de flores...

¡Todo lo que veía era un colorido y florido paisaje!

Se acordó de la anciana, pero hacía días que no la había visto. Preguntó al conductor : ¿La anciana de las semillas?
Pues, ya hace un mes que murió.

El hombre volvió a su asiento y siguió mirando el paisaje.
«Las flores han brotado, se dijo, pero ¿de que le ha servido su trabajo? No ha podido ver su obra».

De repente, oyó la risa de un niño pequeño. Una niña señalaba entusiasmada las flores... 

¡Mira, padre! ¡Mira cuantas flores!


¿Verdad que no hace falta explicar mucho el sentido de esta historia?

La anciana de nuestra historia había hecho su trabajo, y dejo su herencia a todos los que la pudieran recibir, a todos los que pudieran contemplarla y ser más felices. Dicen que aquel hombre, desde aquel día, hace el viaje de casa al trabajo con una bolsa de semilla!..

Moraleja:

No dejes de sembrar cosas buenas... Alguien siempre recogerá tu siembra...!

Anónimo

Grisseld LecunaG/Bavaresco

Fuente: