lunes, 26 de abril de 2021

LA HERMOSA HISTORIA DEL TAPETE ROJO

Una mujer de muy pocos recursos económicos, vivía en una humilde casa con su nieta, que estaba muy enferma y cada día empeoraba más.


La abuela después de haber agotado todos los remedios; con mucho dolor en el corazón decidió dejar sola a su nieta para ir a pie hasta la ciudad, en busca de ayuda.

En el único hospital público de la región, le dijeron que los médicos no podían trasladarse hasta su casa, que ella tenía que traer a la niña para ser examinada.

Desesperada pues su nieta no podía ni siquiera levantarse de la cama, asi no podía trasladarla, entonces se retiró y, al pasar por una iglesia decidió entrar.

Algunas señoras estaban arrodilladas haciendo sus oraciones. Ella también se arrodilló.


Escuchó las oraciones de aquellas mujeres y cuando tuvo oportunidad, también alzó su voz y dijo:

    -Hola Dios, soy yo María. Fíjese Señor, que mi nieta está muy enferma. Yo quisiera que usted fuese para allá a curarla. Por favor, Dios, anote la dirección.-

Las señoras se sorprendieron con esa oración y continuaron escuchando:

    -Es muy fácil, solamente es seguir el camino de las piedras y cuando pase el río con un puente usted entra en la segunda calle de terracería. Pasa la tiendita. Mi casa es el último jacal de esa callecita.-



Las otras señoras, que estaban pendientes de la oración se esforzaban para no reír. Ella continuó:

    -Mire Dios, la puerta está cerrada, pero la llave está abajo del tapetito rojo de la entrada. Por favor Señor, cure a mi nietecita. Gracias.-

Y cuando todas pensaron que ya había acabado ella agregó:

    -Ah. Señor, por favor, no se olvide de colocar la llave de nuevo abajo del tapetito rojo, si no, yo no voy a poder entrar a la casa. Muchas, muchas gracias.-

Después que Doña María se fue, las demás señoras soltaron la carcajada y se quedaron murmurando, lo deplorable que es ver que las personas no saben ni orar.

Cuando Doña María llegó a su casa no se pudo contener de tanta alegría al ver a la niña sentada en el piso jugando con sus muñecas.

    -¿Ya estas de pie?.



Y la niña, mirándola cariñosamente le contestó:    

    -Un médico estuvo aquí abuelita. Me dió un beso en la frente y dijo que iba a mejorar. Él, era tan hermoso abue. Su ropa era tan blanca que parecía hasta que brillaba.-

    - ¡Ah!. Y Él te mandó decir, que si fue fácil encontrar nuestra casa y que iba a dejar la llave debajo del tapetito rojo como tu se lo pediste.-

Dios no quiere palabras bonitas. Él quiere palabras sinceras"...La Fe es todo en la vida!!!

Autor desconocido


Grisseld LecunaG/Bavaresco

jueves, 22 de abril de 2021

LAS CALLES DE MI PUERTO.

 

Los nombres de las calles tejen un complejo tapiz de memorias. Nos pueden contar mucho sobre la historia y cultura de una ciudad. Una gran parte de ellos tiene carácter conmemorativo, es decir, han sido elegidos para elogiar personalidades, eventos y valores que se consideran importantes para la colectividad. 

Quiero hoy comentarles de los cambios que han surgido desde tiempos iniciales en nuestras calles porteñas. Ayudándome del libro “Visiones del viejo puerto” Volumen II; de mi amigo Pepe Sabatino, donde comenta sobre las viejas calles del Puerto, y entre otras investigaciones, conoceremos esos cambios de nombres que ocurrieron desde la época de independencia hasta nuestros días.


Calle Bolivar, antigua Colombia (Puente Dentro)


Como sabemos, buena parte de los terrenos porteños eran anegadizos, es decir, eran terrenos bajos, cubiertos de agua, rodeados en parte por manglares. Y para aquel entonces, las dos calles más antiguas del creciente poblado y según los planos del siglo XVIII (que aún se conservan), eran las calles de la Estacada y Contaduría (actual Calle Comercio) y la calle Real de la Iglesia (hoy calle Bolívar).

Es de hacer memoria que este núcleo urbano tiene sus inicios en parte de lo que hoy es la zona histórica o colonial, asiento de los edificios de la Compañía Guipuzcoana que se establecen en 1730, así como las viviendas de sus empleados y autoridades.


Calle Bolivar (Puente Fuera) año 1920

Bajo el amparo de sus fortificaciones, adquiere la forma de una plaza fuerte amurallada dentro de cuyos muros se encontraban los muelles, almacenes y funcionarios de gobierno, junto a las familias acomodadas, recibiendo el nombre, dado por sus propios habitantes como Puente Dentro, que estaba separada de tierra firme por un canal de agua. Localizándose del otro lado el arrabal, en el que los pobladores más humildes se habían establecido por la fuerza de las circunstancias y con muy poca planificación de las autoridades. Esta porción se le conocía como el pueblo exterior o como Puente Fuera.

LOS CAMBIOS

Estas calles cambiaban de nombre según se tratara de una parte u otra de la ciudad, entonces el límite de lo que se conocía como Puente Dentro (actual zona histórica), era la calle Girardot. Para mediados del siglo XIX, en Puente Fuera, la calle Plaza se denominaba Los Cuernos y la calle Bolívar desde la calle del Mercado hacia el sur, se conocía como la Calle Real.


Calle Anzoategui (antes El Mangle)

Las actuales calles Colombia (desde el Concejo Municipal hasta la Iglesia el Rosario), Anzoátegui y Municipio se llamaron así en su recorrido dentro del sector Puente Dentro, mientras que en Puente Fuera se denominaban Bolívar, San Francisco y del Ferrocarril, respectivamente.

Para 1893, se producen unos ligeros cambios en la denominación de las calles, apareciendo incluso una nueva calle. Así pues, en Puente Dentro, aparece la calle Anzoátegui identificada como la calle El Mangle. Comienza a delinearse, además, la actual calle Puerto Cabello, mediante el cegado de aguas manglares.


Calle Comercio (Antes conocida como la Libertad, luego
la estacada y después la Contaduría).

La actual Avenida Bolívar (desde los muelles hasta las inmediaciones de la Avenida Lebrún), se conoció primero como La Geringa (o Jeringa), luego como Colombia, Alante, De La Iglesia, Real y Granaderos. La calle Comercio, se llamó La Libertad, la Estacada y Contaduría. La calle Anzoátegui, se conoció como la Del Mangle. La calle Sucre, como la de Los Cocos y el Jabón. La calle Plaza, como la de Los Cuernos y Cantarrana. La calle Valencia, como la del Negocio.

La calle Lanceros, en sus inicios se llamó Ño Morian. Se ignora cuándo comenzó a llamarse Lanceros, pero resulta interesante mencionar que para el año 1825, había una calle llamada  Calle del General Páez, mencionada en el “Vigía”, primer periódico local, en su edición del 16 de mayo, lo que lleva a pensar si, ¿No será la misma calle?, y que más tarde se bautizo con su nombre actual.


Calle Lanceros (antiguamente Ño Morian)


Y, tratando de dilucidar esta incógnita, en una vieja “Memoria del Ministerio de Hacienda” (1877), al darse cuenta del destino que corrieron algunos bienes confiscados durante la revuelta independentista, se menciona una casa de Juana Urquieta, situada entre las calles Colombia y General Páez, pareciendo aludir la segunda a la actual calle Lanceros, recordemos nuevamente, que la calle Colombia es hoy Calle Bolívar.

Todavía nos queda mucha tela por cortar,  pero será en otra ocasión.


 Grísseld LecunaG/Bavaresco


Fuente:

Sabatino Pizzolante, José Alfredo. Visiones del viejo Puerto. Volumen II.                               Las viejas calles del puerto. Págs. 25 al 36. Rivero Blanco Editores.

Fotografias: Memorabilia Porteña y Google.

 


domingo, 18 de abril de 2021

LA PORTEÑA MARUCHA HENRÍQUEZ: VIDA Y PASIÓN DE LA PERLA NEGRA

 

“He encontrado la forma de sobrevivir a este infierno de humo, de hombres vociferantes, de mujeres trasnochadas (de mi propio trasnocho). Cuando el humo se me atasca en la garganta y los pérfidos vapores del perfume barato que aquí se respira amenazan con ahogarme, pienso en mi infancia en Puerto Cabello. Me basta con cerrar los ojos y evocar la tibia brisa que viene del mar en mi pequeña ciudad para planear por sobre las parejas que aún se sostienen de pie esta madrugada más a empellones que unidas por la danza”.

María Henríquez "Marucha", fue una connotada pianista y cantante carabobeña, nacida en Puerto Cabello y fallecida en Nueva York. Era poseedora del más legítimo talento musical y fulgurante estrella que cultivó el género del bolero en los escenarios venezolanos y de la América.




Algunos que la conocieron decían de ella que era lo que se dice una negrita fina, o sea que su piel se veía siempre como tostada y sus rasgos eran delicados. Era una mulata clara. No muy alta, de contextura apretada (de suave musculatura) y un cabello negro, muy lindo. Tenía la boca pequeña, muy pequeña, y un diente montado que le daba un aire gracioso a su sonrisa. Siempre se estaba pasando la mano por el bozo porque transpiraba mucho: era muy vital. Era muy bonita y muy alegre.

Marucha quien era una cantante y músico de desbordante talento natural, tocaba el piano con soltura y cantaba sus canciones populares con calidad de solista y voz de mezzosoprano.

Muy joven llegó a Caracas y casi inmediatamente se integró a la farándula de la capital para codearse con las que entonces eran divas de la canción.

En el año 34 llegó a la Broadcasting Caracas (hoy Radio Caracas) y convenció a todos por su talento y particular estilo. Era su primer trabajo. Cantaba precioso y se acompañaba al piano con gran eficiencia. Tambien acompañaba a otros cantantes.


Manolo Monterrey

El maestro Aldemaro Romero decía de ella que era de carácter jovial y desenfadado, libre de prejuicios y convenciones, condiciones que le abrieron paso como prima donna de cabarets en los pocos escenarios noctámbulos caraqueños de los cincuenta, donde era de rigor la presencia y actuación profesional de anfitrionas de la nocturnidad. En 1938, Marucha se unió al famoso cantantes y guitarrista cubano Manolo Monterrey para formar un dúo que disfrutó de la máxima nombradía y éxitos posibles en la Caracas de entonces (La Perla y Manolo). 

Ya para el año 39, era artista exclusiva de Radio La Esfera (lo que después sería Radio Continente). Ahí trabajo con Graciela Naranjo, formando un dueto muy popular que se llamó Las Dos Perlas. Ese año grabaron dos canciones en una pasta de aluminio que fue a tener a la Odeón, de Buenos Aires. Ella cantó «Ahora que eres mío», del cubano Emilio Jurí, el cual era su novio, y Graciela Naranjo «Solo contigo» de Chucho Martínez Gil. A vuelta de correo les enviaron un contrato por dos años donde les ofrecían un salario de 45 dólares, y centavo y medio por cada disco vendido. Pero no firmaron contrato porque Marucha no quiso, le pareció muy poco.



Es así como después graba su primer disco como solista, con arreglo y acompañamiento del maestro Aldemaro Romero, ejecutados por una orquesta constituida con los mejores músicos de aquel momento caraqueño. Las dos canciones que entonces se grabaron fueron; «Resignación» y «Ya llegó», eran de la autoría del pianista cubano Luis Cárdenas. 

Perla comenzó a viajar por el Caribe, Suramérica, Centroamérica y los Estados Unidos. Venía a ver a sus familiares y volvía a irse. Tuvo mucho éxito en esas incursiones internacionales pero también tuvo muchos reveses que le costaron gran sufrimiento porque Perla, en realidad, era una muchacha ingenua. Se ilusionaba enseguida y solía enamorarse de hombres blancos que la engañaban o la maltrataban. Una vez se fue a Colombia con el trío de Johnny Rodríguez, se enamoró de uno de ellos y en algún momento la dejaron abandonada en Bogotá. Logró irse a Cuba y ahí se casó con un hombre que trabajaba en el circo. El tipo la golpeaba por rutina hasta que se le pasó la mano y en una golpiza le malogró su único embarazo. Después de perder a sus morochos, nunca volvería a quedar en estado. En Caracas se enamoró del cantante cubano Pepe Acosta, que murió en la indigencia, destruido por el alcohol y la droga.

Aldemaro Romero

En el año 52, se muda definitivamente a Nueva York, en la convicción de que toda la ciudad era limpia, fragante y discurrida por correctos ciudadanos en abrigos impecables. 

En el año 59, quién sabe con qué clase de elemento andaría cuando le ocurrió la tragedia en Nueva York. Unos pistoleros habían entrado a robar al sucucho donde ella trabajaba, un bar en Harlem, tocando el piano y en la balacera fue alcanzada por el disparo que la mató. De su muerte injusta, violenta y prematura fue culpable su amante de turno, un percusionista mediocre y malvado que la introdujo a la sordidez de las drogas.

Y así fue como en Nueva York concluyó Marucha su carrera y su vida.

Todo parecía que iba a funcionar, que mi arrancia iba a terminar y que por fin sería la gran artista que soñamos mi madre y yo mientras me acicalaba en Puerto Cabello. No sé qué pasó……. Tampoco habrá nadie que cante este ínfimo bolero de olvido y destierro”.

 

Grísseld LecunaG/Bavaresco

 

Fuente:

Pasión y muerte de la Perla negra / Revista Imagen 1998 | Milagros Socorro

Con entrevistas a Aldemaro Romero y a Graciela Naranjo.

 


sábado, 3 de abril de 2021

QUIEN ERA JUANA ANDREA SOLORZANO DE CAMEJO

 

Quizás algunos al leer este nombre, no les vendrá nada a la mente, pero Juana Andrea Solórzano (Apure 1800 – Apure 1846), fue la esposa de Pedro José Eusebio Camejo, mejor conocido como Negro Primero, nacido este, en San Juan de Payara en Apure en el año de 1790  y muerto en Campo de Carabobo el  24 de junio de 1821. Fue un militar venezolano que luchó primero junto al ejército realista para luego pasar al ejército patriota durante la Guerra de Independencia de Venezuela alcanzando el grado de Teniente.

 


En el año de 1818 cuando visita Simón Bolívar a Apure, Juana Andrea se casa con Pedro Camejo. Y por el cariño que el General José Antonio Páez le tenía al negro, le realizó una gran fiesta de casamiento, con carne asada, bebidas típicas y buena música llanera.

 

Juana Andrea, fue una de las tantas mujeres que tras perder a su pareja en la guerra de Independencia venezolana, quedó sumida en la absoluta pobreza. Tuvo que esperar 24 años (tras la muerte de su esposo), hasta que el 27 mayo de 1845 se firmó una ley que le permitió solicitar ante las autoridades la ayuda para atenuar la pobreza de solemnidad en que se encontraba. Aunque le fue muy difícil recibir el auxilio gubernamental (Montepío Militar), pues no tenía un solo documento que demostrara ante las autoridades su filiación con un fallecido en la Guerra de Independencia.

 


Tal como ni siquiera el propio Páez pudo referir, Juana nunca supo dónde estaba la tumba de su esposo, en caso de que hubiese existido, y menos algo escrito sobre su entierro. Necesitó además que el cura de San Fernando de Apure, Julián de Santos, certificara su matrimonio legítimo, al estar "destruidos por los insectos" los libros parroquiales de San Juan de Payara.

 

El propio general Páez, de su puño y letra, le expidió una certificación, que unida a las declaraciones de otros dos sobrevivientes del Ejército Libertador: Juan Antonio Mirabal y Miguel Páez, sirvió para demostrar que Pedro José Eusebio Camejo había alcanzado el grado de Teniente de Caballería y muerto en la Batalla de Carabobo "peleando contra los enemigos de la libertad".

 

Certificado elaborado por el General Páez

Lo poco que se conoce sobre ellos no indica que hayan tenido descendencia y un detalle curioso en los documentos que reposan en el Archivo General de la Nación es que Juana Andrea en varios párrafos menciona a su difunto esposo como Pedro José Camejo alias "el primero", nunca "el negro primero".

 

Finalmente, luego de entregar toda su documentación Juana Andrea Solorzano recibió en 1846, el pequeño auxilio de 10 pesos mensuales. Ese mismo año fallece.

 

Grísseld LecunaG/Bavaresco

 

Fuentes:

Ulises S Dalmau

Luis Heraclio Medina Canelón

Genealogy (geni.com)

https://es.wikipedia.org/wiki/Pedro_Camejo

Familysearch.com