domingo, 18 de abril de 2021

LA PORTEÑA MARUCHA HENRÍQUEZ: VIDA Y PASIÓN DE LA PERLA NEGRA

 

“He encontrado la forma de sobrevivir a este infierno de humo, de hombres vociferantes, de mujeres trasnochadas (de mi propio trasnocho). Cuando el humo se me atasca en la garganta y los pérfidos vapores del perfume barato que aquí se respira amenazan con ahogarme, pienso en mi infancia en Puerto Cabello. Me basta con cerrar los ojos y evocar la tibia brisa que viene del mar en mi pequeña ciudad para planear por sobre las parejas que aún se sostienen de pie esta madrugada más a empellones que unidas por la danza”.

María Henríquez "Marucha", fue una connotada pianista y cantante carabobeña, nacida en Puerto Cabello y fallecida en Nueva York. Era poseedora del más legítimo talento musical y fulgurante estrella que cultivó el género del bolero en los escenarios venezolanos y de la América.




Algunos que la conocieron decían de ella que era lo que se dice una negrita fina, o sea que su piel se veía siempre como tostada y sus rasgos eran delicados. Era una mulata clara. No muy alta, de contextura apretada (de suave musculatura) y un cabello negro, muy lindo. Tenía la boca pequeña, muy pequeña, y un diente montado que le daba un aire gracioso a su sonrisa. Siempre se estaba pasando la mano por el bozo porque transpiraba mucho: era muy vital. Era muy bonita y muy alegre.

Marucha quien era una cantante y músico de desbordante talento natural, tocaba el piano con soltura y cantaba sus canciones populares con calidad de solista y voz de mezzosoprano.

Muy joven llegó a Caracas y casi inmediatamente se integró a la farándula de la capital para codearse con las que entonces eran divas de la canción.

En el año 34 llegó a la Broadcasting Caracas (hoy Radio Caracas) y convenció a todos por su talento y particular estilo. Era su primer trabajo. Cantaba precioso y se acompañaba al piano con gran eficiencia. Tambien acompañaba a otros cantantes.


Manolo Monterrey

El maestro Aldemaro Romero decía de ella que era de carácter jovial y desenfadado, libre de prejuicios y convenciones, condiciones que le abrieron paso como prima donna de cabarets en los pocos escenarios noctámbulos caraqueños de los cincuenta, donde era de rigor la presencia y actuación profesional de anfitrionas de la nocturnidad. En 1938, Marucha se unió al famoso cantantes y guitarrista cubano Manolo Monterrey para formar un dúo que disfrutó de la máxima nombradía y éxitos posibles en la Caracas de entonces (La Perla y Manolo). 

Ya para el año 39, era artista exclusiva de Radio La Esfera (lo que después sería Radio Continente). Ahí trabajo con Graciela Naranjo, formando un dueto muy popular que se llamó Las Dos Perlas. Ese año grabaron dos canciones en una pasta de aluminio que fue a tener a la Odeón, de Buenos Aires. Ella cantó «Ahora que eres mío», del cubano Emilio Jurí, el cual era su novio, y Graciela Naranjo «Solo contigo» de Chucho Martínez Gil. A vuelta de correo les enviaron un contrato por dos años donde les ofrecían un salario de 45 dólares, y centavo y medio por cada disco vendido. Pero no firmaron contrato porque Marucha no quiso, le pareció muy poco.



Es así como después graba su primer disco como solista, con arreglo y acompañamiento del maestro Aldemaro Romero, ejecutados por una orquesta constituida con los mejores músicos de aquel momento caraqueño. Las dos canciones que entonces se grabaron fueron; «Resignación» y «Ya llegó», eran de la autoría del pianista cubano Luis Cárdenas. 

Perla comenzó a viajar por el Caribe, Suramérica, Centroamérica y los Estados Unidos. Venía a ver a sus familiares y volvía a irse. Tuvo mucho éxito en esas incursiones internacionales pero también tuvo muchos reveses que le costaron gran sufrimiento porque Perla, en realidad, era una muchacha ingenua. Se ilusionaba enseguida y solía enamorarse de hombres blancos que la engañaban o la maltrataban. Una vez se fue a Colombia con el trío de Johnny Rodríguez, se enamoró de uno de ellos y en algún momento la dejaron abandonada en Bogotá. Logró irse a Cuba y ahí se casó con un hombre que trabajaba en el circo. El tipo la golpeaba por rutina hasta que se le pasó la mano y en una golpiza le malogró su único embarazo. Después de perder a sus morochos, nunca volvería a quedar en estado. En Caracas se enamoró del cantante cubano Pepe Acosta, que murió en la indigencia, destruido por el alcohol y la droga.

Aldemaro Romero

En el año 52, se muda definitivamente a Nueva York, en la convicción de que toda la ciudad era limpia, fragante y discurrida por correctos ciudadanos en abrigos impecables. 

En el año 59, quién sabe con qué clase de elemento andaría cuando le ocurrió la tragedia en Nueva York. Unos pistoleros habían entrado a robar al sucucho donde ella trabajaba, un bar en Harlem, tocando el piano y en la balacera fue alcanzada por el disparo que la mató. De su muerte injusta, violenta y prematura fue culpable su amante de turno, un percusionista mediocre y malvado que la introdujo a la sordidez de las drogas.

Y así fue como en Nueva York concluyó Marucha su carrera y su vida.

Todo parecía que iba a funcionar, que mi arrancia iba a terminar y que por fin sería la gran artista que soñamos mi madre y yo mientras me acicalaba en Puerto Cabello. No sé qué pasó……. Tampoco habrá nadie que cante este ínfimo bolero de olvido y destierro”.

 

Grísseld LecunaG/Bavaresco

 

Fuente:

Pasión y muerte de la Perla negra / Revista Imagen 1998 | Milagros Socorro

Con entrevistas a Aldemaro Romero y a Graciela Naranjo.

 


1 comentario:

  1. Muy interesante este tema para mi, desconocido. Gracias por compartirlo. Abrazos y felicitaciones.

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