miércoles, 26 de junio de 2019

EL SABIO, EL ANILLO Y EL MUCHACHO FRUSTRADO

Un día un joven se acercó a su maestro y con aire de desánimo le preguntó: ¿Maestro, por qué me siento tan poca cosa que no tengo ánimo ni fuerzas para hacer nada? Todos me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?  

El maestro, sin mirarlo, le dijo:   
-Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, primero debo resolver mi propio problema. Quizás después... de pronto se detuvo y haciendo una pausa agregó: si quisieras ayudarme tú a mí, podría resolver mi problema con más rapidez y después tal vez pueda ayudarte.  

- Encantado maestro, titubeó el joven, pero sintió que otra vez se le tenía en poco y que sus necesidades volvían a ser desatendidas.   

-Bien- dijo el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y se lo entregó al muchacho diciéndole: Toma el caballo que está allá afuera, cabalga hasta el mercado y vende este anillo. Necesito hacerlo para pagar una deuda. 

Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas. 

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó al mercado, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.

En el deseo de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y otra de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado, montó en su caballo y regresó abatido por su fracaso.  

¡Cuánto hubiera deseado el joven poder obtener una moneda de oro! Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Pero había sido imposible.


Al entrar en la casa, el Maestro le estaba esperando y el joven le explicó lo ocurrido: Lo siento Maestro, le dijo, no pude conseguir lo que me pediste. Quizás hubiera conseguido dos o tres monedas de plata, pero no he sido capaz de engañar a nadie sobre el verdadero valor del anillo.   

-Qué importante lo que dijiste, joven amigo, contestó sonriente el maestro. Lo primero que debemos saber, es el verdadero valor del anillo. Vete a ver al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quieres vender el anillo y pregúntale cuánto te daría por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas y tráeme de nuevo mi anillo.   

El joven llevó el anillo al joyero. Éste lo examinó con su lupa, lo pesó y luego le dijo: Muchacho, dile al maestro, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo. ¡58 monedas! exclamó el joven. 


-Sí, replicó el joyero, -sé perfectamente que con el tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero... si la venta es urgente...     
El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.       

-Siéntate, le dijo el maestro después de escucharlo: Tú eres como este anillo, una joya, valiosa y única. Como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto ¿Por qué permites que cualquiera te diga tu valor?     
 

Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño.

Moraleja:    
La calificación que alguien otorgue a tu vida y a tu trabajo, es algo simple, no puedes valorarte a ti mismo con la calificación que otros te dan. El problema es que si otros te califican lo hacen a partir de una simple forma de ver, no lo hacen reconociendo el verdadero valor de un triunfo y un fracaso.
Si logras reconocer tus fracasos, gozaras cuando reconozcas tus triunfos. No siempre se logrará triunfar, pero cuando consigas un éxito rotundo, sentirás que lo logrado es muy valioso.

Grìsseld LecunaG/Bavaresco

Fuente:






viernes, 7 de junio de 2019

LA HISTORIA DE PUJOL, UN CATALAN-MARACUCHO QUE SALVO AL MUNDO


Quiero contarles que el día de ayer 6 de Junio, mi sobrino Jorge Andrés Pinedo Lecuna me envió por medio de su twitter, un hilo histórico que lo tomó de la pagina de David R. Parra @ProsaPistola quien es, como se denomina a si mismo, un “Dark venezolana writer”.


Es una historia poco conocida de un español que se enamoró de Venezuela  y antes de quedarse anclado en esta hermosa tierra hizo y deshizo en otras latitudes, gracias a su carisma y poder de convencimiento. 

Uniendo la historia contada por David Parra y adornándola con mis investigaciones, sin más, aquí se las dejo:


EL SECRETO DEL LIBRERO EN LAGUNILLAS
Hoy es un buen día para contarles uno de los cuentos más interesantes que escuché viajando por el Zulia (Venezuela), el año pasado. Recuerdo me bebía una pilsen curioseando sobre el lugar cuando un tipo me dice «allá tenía una papelería el hombre que salvó el mundo» capturando así toda mi atención.

Lagunillas, Estado Zulia, no es justo ahora un lugar muy agradable. Es un pueblo que vio brillo durante la bonanza petrolera. Hacen 35 grados a la sombra y full humedad, el calor duele. Sin embargo, fue el lugar que escogió para esconderse el mejor espía de todos los tiempos.

Aún hoy en día algunos historiadores dudan que Joan Pujol fuese su nombre real. Ya que como la gran mayoría de las cosas en su vida, pudo ser creación de su imaginación. El español nacido el 14 de Febrero de 1914, fue el mayor mentiroso del siglo XX. Tanto que logró engañar al mismísimo führer.

El joven Pujol quería hacer algo grande. Era arriesgado y ambicioso. Corrían los años de 1940 y allí decidió que él debía hacer algo para acabar con la guerra. Había visto suficiente horror con el ascenso de Franco y ahora otra amenaza cubría Europa.  
  
Con su primera esposa Araceli Gonzalez
Se presentó frente a los ingleses y les ofreció sus servicios. Le rechazaron. Entonces hizo lo mejor que se le ocurrió: se presentó al III Reich y se ofreció en ayudar a los nazis en contra de Inglaterra. Su intención era ser doble agente, engañarlos, infiltrarse.

Se ganó el respeto entre los alemanes. Lo apodaron «Alaric» ya que daba información muy precisa sobre supuestos movimientos en UK. Y cuando la inteligencia británica supo de su existencia lo confrontó. Él, explicando quien era, terminó siendo por fin agente de los aliados.

Pujol es sin duda el mejor escritor de su época, aún sin haber escrito un libro nunca. Se inventaba una red de contactos, espías, informantes de todas las edades, razas y religiones que le apoyaban para «informar» a los alemanes. Su verbo era fanático, amado por sus superiores.

Cuando algo salía mal, lograba entramar una mentira perfecta. Una vez incluso tuvo que fingir la muerte de uno de sus informantes ficticios al no avisar sobre un puerto. Puso hasta un obituario en los periódicos. Lo alemanes se la creyeron y hasta enviaron sus condolencias.

Los ingleses maravillados con su poder de convencimiento y actuación lo apodaron como la mejor actriz de la época «Garbo» que justo venía de interpretar Matahari. Sus informes contenían información real de los aliados muchas veces, para seguir ganando credibilidad.

Cuando Garbo tuvo a los alemanes en la palma de su mano ya los estadounidenses se habían unido en la batalla. La cuestión es que nadie sabía ni cuándo ni dónde aparecerían. Los alemanes se atrincheraron en las costas y los esperaban al mando del temible Gerd von Rundstedt.

A Garbo se le encargó la tarea más difícil de todas: convencer a los nazis de que el desembarco aliado sería en el estrecho de Calais y que lo que pasara en Normandía era mera distracción. Lo logró; las tropas alemanas se quedaron esperando un ataque que nunca ocurrió.

Mientras, la "Operación Overload" tomó la playa de Omaha un día como hoy, 6 de junio de 1944, cambiando para siempre el curso de la guerra. Aún cuando los alemanes iban a enviar refuerzos al desembarco, Garbo, con temple de acero, le escribió al mismo Hitler que no lo hiciera.

Si no hubiese sido por este hombre, el desembarco hubiese fracasado. Fue condecorado con la orden del imperio británico y la cruz de hierro alemana. Lo indemnizaron y luego desapareció del mapa. Pujol, fingió su propia muerte y se alejó lo más que pudo, su destino: Venezuela.

Pujol siempre estuvo enamorado de Venezuela y sus paisajes, incluso varios de sus informantes ficticios tenían nuestra nacionalidad. 

En las afuera del Palacio de
Buckingham 1984
En Caracas no tardó en codearse con la sociedad caraqueña en parte gracias al “charm” de su esposa, aunque mantenían un bajo perfil. Sin embargo Araceli no encajaba bien en Venezuela y tras separarse regresó a España con los tres hijos habidos del matrimonio. 

Garbo había muerto y el Sr. Pujol se dedicó a los negocios con suerte diversa, pero siempre manteniendo un “status” alto, aunque discreto.

Y luego, cuando se enamoró de una venezolana, Carmen Cilia Alvarez, nacida en Choroní; ya no hubo vuelta atrás: hizo familia, montó un negocito y ni sus hijos sabían de su historia.

Fue hasta la década de los 80´ donde la prensa, aupada por el escritor Nigel West, siguiendo la pista del espía dio con él y logró entrevistarlo. El mundo celebró de nuevo la vida de Pujol y lo que le debía luego de la guerra. La sorpresa de todos fue inmensa y se dieron cuenta que cada cosa con la que bromeaba a veces era verdad.

Catalán, y espía improvisado, logró ser doble
 agente inglés y alemán. Y fue condecorado por el 
vencedor y el vencido
Pujol no solo estuvo en el Zulia, también vivió en Caracas y en Maracay. Le gustaba mucho Venezuela, tristemente sus negocios no prosperaron mucho y siempre tuvo problemas con la plata.

Su último negocio fue en la población de Lagunillas, donde tenía una papelería que atendía el mismo. Con 76 años sufrió un aneurisma en Caracas, donde murió semanas después, el 10 de Octubre de 1988. Aquel señor “común y corriente”, fue enterrado por su voluntad en Choroní.

Joan Pujol García quien había participado en dos guerras,  en los dos bandos y sin disparar ni un solo tiro.


David R. Parra / Grìsseld LecunaG/Bavaresco

Fuente:
@ProsaPistola



Colorización de las fotografías; Grìsseld Lecuna García

jueves, 6 de junio de 2019

TRES CORTAS HISTORIAS CON MORALEJAS



En esta entrega les dejo tres cortos cuentos con sus enseñanzas.

1. El Sabio
Cuentan que, en un antiguo reino, habitaba un hombre que era conocido en todas partes por su gran sabiduría. Al comienzo solo aconsejaba a sus familiares y amigos cercanos. Sin embargo, su fama creció tanto que el propio soberano lo llamaba frecuentemente para consultarlo.
Todos los días llegaban muchas personas a recibir sus sabios consejos; sin embargo, este notó que había varios que iban todas las semanas. Lo peor es que siempre le contaban los mismos problemas y luego escuchaban el mismo consejo, pero no lo ponían en práctica. Todo se había convertido en un círculo vicioso.
Un día cansado de lo mismo, pensó que tenía que hacer algo, entonces el sabio reunió a todos esos consultantes frecuentes y les contó un chiste; era tan divertido, que llevó a que casi todos rieran a carcajadas. 
Después de unos minutos, les contó el mismo chiste y solo unos pocos sonrieron. Luego contó el mismo chiste por tercera vez, pero ya nadie reía, ni sonreía.
El sabio sonrió y les dijo: "no se puede reír de la misma broma una y otra vez. Entonces, ¿por qué siempre lloran por el mismo problema?"
MORALEJA: la preocupación no resolverá tus problemas, solo te hará perder el tiempo y la energía.

2.   El mejor amigo

Dos amigos estaban caminando por el desierto. En una etapa de su viaje, tuvieron una discusión y un amigo le dio una bofetada al otro en la cara.
El que recibió una bofetada se lo tomó muy mal, pero sin decir nada, escribió en la arena: "hoy mi mejor amigo me dio una bofetada en la cara".
Siguieron caminando hasta que encontraron un oasis, donde decidieron bañarse. El que había sido abofeteado quedó atrapado en el fango y comenzó a ahogarse, pero su amigo lo salvó. Después de que se hubiera recuperado de su conmoción, escribió en una piedra: "Hoy mi mejor amigo me salvó la vida".
El amigo que abofeteó y salvó a su mejor amigo le preguntó: "después de hacerte daño, escribiste en la arena y ahora, escribes en piedra, ¿por qué?"
El otro amigo respondió: "cuando alguien nos lastima debemos escribirlo en arena donde los vientos del perdón pueden borrarlo. Pero, cuando alguien hace algo bueno por nosotros, debemos grabarlo en piedra donde ningún viento pueda borrarlo”.
MORALEJA: no valores las cosas materiales de la vida, sino a las personas que tienes.

3.    El Burro, un chiste con moraleja
Un hombre va conduciendo por la carretera cuando de pronto ve que en dirección contraria viene una mujer conduciendo su auto como loca y que al acercarse, baja el vidrio y le grita:

¡BURRO!
El hombre que obviamente no se pudo quedar callado, baja su vidrio y le grita:
¡MULA!
En eso, al doblar la curva, ¡pum! – el idiota se estrella con un gran burro que estaba en medio de la carretera.
MORALEJA: Los hombres nunca logran comprender lo que las mujeres tratan de decirles. ¡Es que no nos escuchan!

Grísseld LecunaG/Bavaresco

Fuente: