viernes, 7 de junio de 2019

LA HISTORIA DE PUJOL, UN CATALAN-MARACUCHO QUE SALVO AL MUNDO


Quiero contarles que el día de ayer 6 de Junio, mi sobrino Jorge Andrés Pinedo Lecuna me envió por medio de su twitter, un hilo histórico que lo tomó de la pagina de David R. Parra @ProsaPistola quien es, como se denomina a si mismo, un “Dark venezolana writer”.


Es una historia poco conocida de un español que se enamoró de Venezuela  y antes de quedarse anclado en esta hermosa tierra hizo y deshizo en otras latitudes, gracias a su carisma y poder de convencimiento. 

Uniendo la historia contada por David Parra y adornándola con mis investigaciones, sin más, aquí se las dejo:


EL SECRETO DEL LIBRERO EN LAGUNILLAS
Hoy es un buen día para contarles uno de los cuentos más interesantes que escuché viajando por el Zulia (Venezuela), el año pasado. Recuerdo me bebía una pilsen curioseando sobre el lugar cuando un tipo me dice «allá tenía una papelería el hombre que salvó el mundo» capturando así toda mi atención.

Lagunillas, Estado Zulia, no es justo ahora un lugar muy agradable. Es un pueblo que vio brillo durante la bonanza petrolera. Hacen 35 grados a la sombra y full humedad, el calor duele. Sin embargo, fue el lugar que escogió para esconderse el mejor espía de todos los tiempos.

Aún hoy en día algunos historiadores dudan que Joan Pujol fuese su nombre real. Ya que como la gran mayoría de las cosas en su vida, pudo ser creación de su imaginación. El español nacido el 14 de Febrero de 1914, fue el mayor mentiroso del siglo XX. Tanto que logró engañar al mismísimo führer.

El joven Pujol quería hacer algo grande. Era arriesgado y ambicioso. Corrían los años de 1940 y allí decidió que él debía hacer algo para acabar con la guerra. Había visto suficiente horror con el ascenso de Franco y ahora otra amenaza cubría Europa.  
  
Con su primera esposa Araceli Gonzalez
Se presentó frente a los ingleses y les ofreció sus servicios. Le rechazaron. Entonces hizo lo mejor que se le ocurrió: se presentó al III Reich y se ofreció en ayudar a los nazis en contra de Inglaterra. Su intención era ser doble agente, engañarlos, infiltrarse.

Se ganó el respeto entre los alemanes. Lo apodaron «Alaric» ya que daba información muy precisa sobre supuestos movimientos en UK. Y cuando la inteligencia británica supo de su existencia lo confrontó. Él, explicando quien era, terminó siendo por fin agente de los aliados.

Pujol es sin duda el mejor escritor de su época, aún sin haber escrito un libro nunca. Se inventaba una red de contactos, espías, informantes de todas las edades, razas y religiones que le apoyaban para «informar» a los alemanes. Su verbo era fanático, amado por sus superiores.

Cuando algo salía mal, lograba entramar una mentira perfecta. Una vez incluso tuvo que fingir la muerte de uno de sus informantes ficticios al no avisar sobre un puerto. Puso hasta un obituario en los periódicos. Lo alemanes se la creyeron y hasta enviaron sus condolencias.

Los ingleses maravillados con su poder de convencimiento y actuación lo apodaron como la mejor actriz de la época «Garbo» que justo venía de interpretar Matahari. Sus informes contenían información real de los aliados muchas veces, para seguir ganando credibilidad.

Cuando Garbo tuvo a los alemanes en la palma de su mano ya los estadounidenses se habían unido en la batalla. La cuestión es que nadie sabía ni cuándo ni dónde aparecerían. Los alemanes se atrincheraron en las costas y los esperaban al mando del temible Gerd von Rundstedt.

A Garbo se le encargó la tarea más difícil de todas: convencer a los nazis de que el desembarco aliado sería en el estrecho de Calais y que lo que pasara en Normandía era mera distracción. Lo logró; las tropas alemanas se quedaron esperando un ataque que nunca ocurrió.

Mientras, la "Operación Overload" tomó la playa de Omaha un día como hoy, 6 de junio de 1944, cambiando para siempre el curso de la guerra. Aún cuando los alemanes iban a enviar refuerzos al desembarco, Garbo, con temple de acero, le escribió al mismo Hitler que no lo hiciera.

Si no hubiese sido por este hombre, el desembarco hubiese fracasado. Fue condecorado con la orden del imperio británico y la cruz de hierro alemana. Lo indemnizaron y luego desapareció del mapa. Pujol, fingió su propia muerte y se alejó lo más que pudo, su destino: Venezuela.

Pujol siempre estuvo enamorado de Venezuela y sus paisajes, incluso varios de sus informantes ficticios tenían nuestra nacionalidad. 

En las afuera del Palacio de
Buckingham 1984
En Caracas no tardó en codearse con la sociedad caraqueña en parte gracias al “charm” de su esposa, aunque mantenían un bajo perfil. Sin embargo Araceli no encajaba bien en Venezuela y tras separarse regresó a España con los tres hijos habidos del matrimonio. 

Garbo había muerto y el Sr. Pujol se dedicó a los negocios con suerte diversa, pero siempre manteniendo un “status” alto, aunque discreto.

Y luego, cuando se enamoró de una venezolana, Carmen Cilia Alvarez, nacida en Choroní; ya no hubo vuelta atrás: hizo familia, montó un negocito y ni sus hijos sabían de su historia.

Fue hasta la década de los 80´ donde la prensa, aupada por el escritor Nigel West, siguiendo la pista del espía dio con él y logró entrevistarlo. El mundo celebró de nuevo la vida de Pujol y lo que le debía luego de la guerra. La sorpresa de todos fue inmensa y se dieron cuenta que cada cosa con la que bromeaba a veces era verdad.

Catalán, y espía improvisado, logró ser doble
 agente inglés y alemán. Y fue condecorado por el 
vencedor y el vencido
Pujol no solo estuvo en el Zulia, también vivió en Caracas y en Maracay. Le gustaba mucho Venezuela, tristemente sus negocios no prosperaron mucho y siempre tuvo problemas con la plata.

Su último negocio fue en la población de Lagunillas, donde tenía una papelería que atendía el mismo. Con 76 años sufrió un aneurisma en Caracas, donde murió semanas después, el 10 de Octubre de 1988. Aquel señor “común y corriente”, fue enterrado por su voluntad en Choroní.

Joan Pujol García quien había participado en dos guerras,  en los dos bandos y sin disparar ni un solo tiro.


David R. Parra / Grìsseld LecunaG/Bavaresco

Fuente:
@ProsaPistola



Colorización de las fotografías; Grìsseld Lecuna García

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