martes, 5 de febrero de 2019

LOS SANTOS, SU AMISTAD Y ALGUNAS DE SUS BREVES HISTORIAS.


En estos días llegó a mi Facebook un artículo sobre la amistad entre los santos, y en mi religión (soy católica, apostólica y romana),  existen muchísimos (santos), los cuales si les soy sincera, no los conozco a todos.  

Pues, me puse a leerlo y me entere de que algunos son hermanos gemelos, otros son esposos, amigos de la infancia, alumnos, profesores, en fin; me pareció chévere y decidí comentárselos, tomando los dibujos del blog Aleteia en su articulo titulado “Cuando los santos son amigos.. 10 historias inigualables”  y le amplié la información de cada uno de ellos para mejor entendimiento de su lazo de amistad.

1.- Felicidad y Perpetua:

En el año 202, una joven mujer rica de 22 años, llamada Perpetua, fue arrestada y acusada por cristianismo junto con su esclava  Felicidad (también conocida como Felícitas), y otras tres personas más (sus esclavos: Revocato, Saturnino y Segundo).

Ante su negativa a adorar a los dioses paganos, fueron condenadas a muerte en el anfiteatro. 

Ambas eran madres jóvenes y fueron llevadas juntas a la cárcel martirizándolas para luego ser decapitadas. 

Los tres esclavos fueron arrojados a los leones. 

Esto sucedió en la ciudad de Cártago, en África.

2.- Cosme y Damián:
Los dos hermanos gemelos Cosme y Damián, médicos de profesión, célebres por su habilidad en el ejercicio de su profesión y por su costumbre de prestar servicios desinteresadamente. Después que se hicieron cristianos, espantaban las enfermedades por el solo mérito de sus virtudes y la intervención de sus oraciones... Los dos hermanos fueron torturados, quemados vivos y, como sobrevivieron, fueron decapitados por orden de Diocleciano hacia el año 300 d. C.

Coronados tras diversos martirios, se juntaron en el cielo y hacen a favor de sus compatriotas numerosos milagros. Porque, si algún enfermo acude lleno de fe a orar sobre su tumba, al momento obtiene curación.     

Muchos refieren también que estos Santos se aparecen en sueños a los enfermos indicándoles lo que deben hacer, y luego que lo ejecutan, se encuentran curados.

3.- José y María:
José de Nazaret es el esposo de María, la madre de Jesús de Nazaret, por tanto, su padre putativo. San José tuvo un papel esencial: Dios le encomendó la gran responsabilidad y privilegio de ser el padre adoptivo del Niño Jesús y de ser esposo virginal de la Virgen María.

El es, el santo custodio de la Sagrada Familia, es el santo que más cerca está de Jesús y de la Santísima Virgen María.

José y María, los amantísimos padres de Jesucristo, quienes lo criaron en esfuerzo y trabajo. Jesús creció en sabiduría y estatura, en gracia para Dios y los hombres.

4.- Benito y Escolástica:
Benito de Nursia, fundador del monasticismo y santo patrono de Europa, nació gemelo y en el parto le acompañó una niñita, por nombre Escolástica, con la que no sólo compartió nacimiento, sino también vida, y hasta muerte y santidad.

Escolástica, virgen y hermana de san Benito, la cual, consagrada desde su infancia a Dios, mantuvo una perfecta unión espiritual con su hermano, al que visitaba una vez al año en Montecasino, en la Campania, para pasar juntos una jornada de santas conversaciones y alabanza a Dios. 

Es fundadora de un monasterio y la orden de las monjas benedictinas la cual gobernó siguiendo la regla de su hermano, quien era su director espiritual y el de las monjas.

5.- Ignacio y Francisco Javier:
Ignacio desde muy joven tenía grandes deseos de sobresalir y de triunfar en la vida, era despierto y de excelentes cualidades para los estudios. Fue a estudiar a la Universidad de París, y allá se encontró con San Ignacio de Loyola, el cual se le hizo muy amigo y empezó a repetirle la famosa frase de Jesucristo: “¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo?”. 
Este pensamiento lo fue liberando de sus ambiciones mundanas y de sus deseos de orgullo y vanidad, y lo fue encaminando hacia la vida espiritual. 
La amistad con san Ignacio transformó por completo a Francisco Javier, quien fue uno de los siete primeros religiosos con los cuales san Ignacio fundó la Compañía de Jesús o Comunidad de Padres Jesuitas. 
Ordenado sacerdote colaboró con san Ignacio y sus compañeros en enseñar catecismo y predicar en Roma y otras ciudades.


6.- Mónica y Agustín:
Mónica nació en Tagaste, actualmente Argelia, en el año 331. Aunque sus padres eran ateos, su criada era cristiana y es por esta razón que Mónica conoce el cristianismo.  Siendo muy joven, tuvo un arreglo matrimonial con Patricus (Patricio), un hombre violento y además mujeriego. 

Ella iba a la iglesia cada día y soportando con paciencia los engaños y las cóleras de su esposo. Al poco tiempo se fue ganando el afecto de su suegra e incluso poco a poco fue incluyendo a Patricio en el cristianismo y de esta manera logró que el carácter violento de su marido cesara.

Mónica tuve tres hijos, Los dos menores fueron su alegría y consuelo, pero el mayor, Agustínquien le dio muchas alegrías por sus logros en sus estudios, pero aun así también tenías preocupaciones por como llevaba su vida. Ella envió a su hijo al obispo para que recapacitara sobre cada uno de sus actos, pero el obispo le aconsejó para que siguiera pidiendo por su hijo, diciéndole “no se perderá el hijo de tantas lágrimas”. 
A la edad de 28 años, Agustín, se acogió en la gracia de Dios, convirtiéndose en cristiano y es ahí cuando recibe el sacramento del bautismo.

7.- Francisco y Clara:

San Francisco de Asís y Santa Clara  son dos personajes santos, del siglo XIII, ambos nacieron en la región italiana de Asís, pueblo fundado hacia el año 1000 A. C. 

San Francisco de Asís, era uno de los hijos de un comerciante cuya prosperidad le hizo pertenecer a la élite de las familias italianas de esa región, sin embargo San Francisco, desde joven, abandonó los bienes que por derecho de heredad le correspondían, y se dedicó al servicio de Jesucristo. 

Consagró su vida a atender a los enfermos y a las personas más necesitadas, una de sus primeras obras fue reconstruir la Capilla dedicada a San Damián, para lo cual vendió las mercancías de su padre.  

San Francisco se hizo predicador de las escrituras bíblicas, sus predicas llegaron a los oídos de Santa Clara de Asís, quien empezó a admirarlo al escucharlo en  la Iglesia de  San Rufino, desde entonces buscó la forma de conocerle.

Santa Clara de Asís  fue hasta la Iglesia de Porciúncula, conocida como Basílica de Santa María de los Ángeles. Era un domingo de Ramos, cuando San Francisco de Asís y Santa Clara inician su compañerismo consagrado a Dios, ya que en ese día Santa Clara hizo sus votos de pobreza y dedicación virginal a Jesucristo, renunciando a las riquezas que su noble origen le ofrecían, ya que, era hija de un señor poderoso y con muchos bienes.

San Francisco de Asís y Santa Clara de Asís consolidaron su amistad, asistiendo a los pobres y predicando las enseñanzas de nuestro Salvador, desde su llegada al Convento de San Damián, Santa Clara iniciaría su vida de santa, guiada por Dios y San Francisco, consagrada a la atención de los más pobres.
San Francisco de Asís y Santa Clara fueron fundadores de la Orden de las Hermanas Clarisas y de la Segunda Orden de San Francisco.

9.- Luis y Celia Martin:
Luis nació el 22 de agosto de 1823 en Burdeos (Francia), y Celia vino al mundo ocho años después. Ambos crecieron en el seno de familias militares y católicas.
Luego que el padre se jubiló, la familia se mudó a Alençon en 1831. Allí Luis estudió con los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Al culminar su formación aprendió el oficio de relojero en varias ciudades de Francia.
Los padres de Celia Guérin fueron exigentes, autoritarios y rudos, su madre era “demasiado severa; era muy buena pero no sabía darle cariño, así que Celia sufria mucho”. Ella era “inteligente y comunicativa por naturaleza” y su hermana Marie Louise fue como una segunda madre.
La santa ingresó al internado de las religiosas de la Adoración Perpetua donde aprendió a confeccionar el punto de Alençon, uno de los encajes más famosos de la época, y para especializarse entró en la “Ecole dentellière”. Con su trabajo, Celia contribuyó a la economía familiar.
Tanto Luis como Celia sintieron durante su juventud el deseo de consagrarse a Dios a través de la vida religiosa.
Cuando tenía 22 años, él pidió ser admitido en el monasterio del Gran San Bernardo, pero fue rechazado porque no sabía latín. Por su parte, Celia quiso ingresar a la congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, pero tampoco fue aceptada. Dios tenía otros planes para ellos.
Años más tarde, Luis abrió una relojería y Celia un taller de encaje.
Luis y Celia se cruzaron por primera vez en abril de 1858 en el puente San Leonardo. Se enamoraron y se casaron en la noche entre el 12 y 13 de julio de ese mismo año.
Tuvieron nueve hijos, de los cuales sobrevivieron cinco niñas: Paulina, María, Leonia, Celina y Teresa. A todas les transmitieron el amor a Dios y al prójimo.
A los 45 años, Celia se enteró que tenía un tumor en el pecho. La santa vivió esta enfermedad con firme esperanza cristiana hasta que falleció el 28 agosto de 1877 rodeada de su esposo y su hermano Isidore.
Luis se trasladó a Lisieux, donde vivía Isidore, y la tía Celina lo ayudó a cuidar de sus cinco hijas. Años más tarde, todas se hicieron religiosas, cuatro en el Carmelo y una en la Visitación.
Luis contrajo una enfermedad que lo fue mermando hasta perder sus facultades mentales. Fue internado en el sanatorio del Buen Salvador en Caen. Durante los períodos de alivio se ofreció como víctima de holocausto a Dios, hasta que murió el 29 de julio de 1894.
Su hija, Santa Teresa de Lisieux, fue proclamada santa el 17 de mayo de 1925 por el Papa Pío XI. 
Luis y Celia fueron canonizados el 18 de octubre de 2015, convirtiéndose en el primer matrimonio cuyos cónyuges son declarados santos en la misma fecha. Su fiesta se celebra el 12 de julio, día de su aniversario de bodas.

10.- Joaquín y Ana:
Ellos son los abuelitos de Jesús. El Protoevangelio aporta la siguiente relación: En Nazaret vivía una pareja rica y piadosa, Joaquín y Ana. No tenían hijos. Cuando con ocasión de cierto día festivo Joaquín se presentó a ofrecer un sacrificio en el templo, fue arrojado de él por un tal Rubén, porque los varones sin descendencia eran indignos de ser admitidos.

Joaquín entonces, transido de dolor, no regresó a su casa, sino que se dirigió a las montañas para manifestar su sentimiento a Dios en soledad. También Ana, puesta ya al tanto de la prolongada ausencia de su marido, dirigió lastimeras súplicas a Dios para que le levantara la maldición de la esterilidad, prometiendo dedicar el hijo a su servicio.

Sus plegarias fueron oídas; un ángel se presentó ante Ana y le dijo: "Ana, el Señor ha visto tus lágrimas; concebirás y darás a luz, y el fruto de tu seno será bendecido por todo el mundo". El ángel hizo la misma promesa a Joaquín, que volvió al lado de su esposa. Ana dio a luz una hija, a la que llamó Miriam (María).

Dado que esta narración parece reproducir el relato bíblico de la concepción del profeta Samuel, cuya madre también se llamaba Hannah, la sombra de la duda se proyecta hasta en el nombre de la madre de María.

Grisseld LecunaGarcia/Bavaresco

Fuentes:











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