domingo, 3 de mayo de 2020

LA IMPORTANCIA DEL APELLIDO. SUS ORIGENES


La palabra "Apellido", es un código de identidad; nombre de familia con que se identifica a las personas con el parentesco, adopción, matrimonio, consanguineidad; mediante los apellidos se ordena y ubica a las personas. 

Según la etimología, esta palabra es de origen latino bajo la denominación «appellĭtus» que significa: tema frecuentativo (llamar repetidamente).

En muchos países, la mayoría de las personas están acostumbradas a tener por lo menos dos nombres: un nombre personal (primero) y un apellido o apellidos. Históricamente, los apellidos han desempeñado un papel fascinante e importante en la sociedad, proporcionando señales instantáneas de antecedentes de una persona y la posición social. 

No todas las culturas usan apellidos; en las que lo hacen, estos sirven para ubicar a las personas dentro de una determinada familia o tribu para establecer la identidad, la credibilidad y valor social.
En los tiempos antiguos, cuando las comunidades eran pequeñas y todos los miembros de un pueblo, clan o tribu se conocían entre sí, el apellido era innecesario para la identificación, pero a menudo se utilizaban para rastrear el linaje. En las sociedades donde el liderazgo era hereditario, los apellidos eran cruciales para poder demostrar una conexión «pura» con el rey o jefe.

Creando los apellidos
En la antigüedad, no existían los apellidos. Por tomar un ejemplo; en la Biblia, a los personajes del Antiguo y Nuevo Testamento se les conocía por su nombre: Abraham, Moisés, Pedro, Juan, Mateo, Jesús, María y José. No había tal cosa como Abraham Pérez, Mateo Delgado o José García. No confundirse por ejemplo con: Iscariote, que no era el apellido del traidor Judas, ni Tadeo el del santo; eran sobrenombres, apodos.

Con el tiempo, las comunidades se poblaban cada vez más y más, y surgían las dudas:
-Llévale este mensaje a Juan.
– ¿Cuál Juan? – preguntaba el mensajero.
– Juan, el “del valle”- explicaba para distinguirlo del otro Juan, el “del monte”.
En este caso, los apellidos del Valle y del Monte, tan comunes hoy en día, surgieron como resultado del lugar donde vivían estas personas. Estos se llaman apellidos topónimos, porque la toponimia estudia la procedencia de los nombres propios de un lugar.
Otros apellidos se originan de alguna peculiaridad arquitectónica con la que se relacionaba una persona. Si tu antepasado vivía cerca de varias torres, o a pasos de unas fuentes, o detrás de una iglesia, o al cruzar un puente, o era dueño de varios palacios, entonces ahora se entiende el porqué de los apellidos Torres, Fuentes, Iglesia, Puente y Palacios. Es posible que hayas tenido algún ancestro que tuviese algo que ver con la flora y la fauna. Quizás criaba corderos, cosechaba manzanas o tenía una finca de ganado. De ahí los apellidos Cordero, Manzanero y Toro.

Los oficios o profesiones del pasado también han producido muchos de los apellidos de hoy en día. ¿Seguro que conoces a algún Labrador, Pastor, Monje, Herrero, Criado o Vaquero? Entonces ya sabes a qué se dedicaban sus antepasados durante la Edad Media.

Otra manera de crear apellidos era a base de alguna característica física, o un rasgo de su personalidad o de un estado civil. Si no era casado, entonces era Soltero; si no era gordo, era Delgado; si no tenía cabello, era Calvo; si su pelo no era castaño, era Rubio; si no era blanco, era Moreno; si tenía buen sentido del humor, era Alegre; si era educado, era Cortés.

Muchos apellidos denotan relaciones, por lo general al padre: los nombres anglosajones que terminan con «son» (hijo), así tenemos que Williamson significa hijo de William o Johnson: hijo de John. En escocia figuran MacArthur: hijo de Arthur o McKay, hijo de kay  (Mac o Mc). Martini es hijo de Martin en italiano. Tenemos «Fitz» en los nombres franceses (Fitzhugh: hijo de Hugh), «nui-a» en un nombre Hawaiano masculino, y los nombres de hispanos que terminan en «s» o «ez» (Hernández, Perez, Gonzalez…). Estos provienen de los intentos de distinguir un hombre con el nombre común de otro. Los nombres nórdicos suelen extender esto a las niñas: la hija de Niall (Niall’s daughter) se transforma en Niallsdottir.

Invirtiendo y omitiendo posiciones en el apellido

En el portugués se usa el sistema de invertir los  apellidos (influencia que estuvo arraigada en Canarias varios siglos). Este hecho (consignar primero el apellido materno y luego el paterno) se da tanto en Portugal como en Brasil. Mientras tanto, en muchos países del mundo sólo se hereda el apellido paterno. El apellido de una mujer cambia tradicionalmente tras contraer matrimonio en algunas culturas, aunque hay pocos países que obliguen a realizar dicho cambio. El uso de los apellidos es muy distinto entre las culturas del mundo. En particular, los habitantes de Tíbet y Java a menudo no utilizan apellido.

Los apellidos han dado linaje, prestigio, realeza, poder, pobreza, vida y muerte… en muchos casos han sido factor de innumerables conflictos, rechazo, discriminación, persecución y sojuzgamiento. 

La literatura universal ha dado cuenta de ello, como es el caso de la rivalidad entre las familias de Romeo y Julieta, los Capuleto y los Montesco, por cuyo antagonismo reprobaron la relación de los enamorados quienes, ante la presión respectiva, optaron por el suicidio antes que saberse separados.
Los derechos hereditarios dentro de las monarquías europeas, fue causa de grandes masacres, donde los apellidos constituyeron el factor determinante.

Y es así como, poco a poco, durante la Edad Media, comienzan a surgir los apellidos. La finalidad era, pues, diferenciar una persona de la otra. Con el tiempo, estos apellidos tomaron un carácter hereditario y pasaron de generación en generación con el propósito de identificar no solo personas, sino familias.

Grisseld LecunaG/Bavaresco


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3 comentarios:

  1. Excelente¡ Podríamos agregar los muy castizos apellidos que denotan la filiación como Hidalgo y Bastardo.

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  2. Excelente información... Saludos cordiales!!!

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