Hoy
en día por lo apresurado del tiempo y de nuestros quehaceres diarios, casi no
alcanzamos a leer historias de libros de tantas y tantas páginas…. Historias
súper largas.
Pero,
¿A quién no le gusta leer una historia corta de amor, de miedo o incluso
erótica cuando esperas en la consulta del médico o en tus horas de descanso?
Leer
esas historias convertidas en mini-cuentos que nos arrancan una sonrisa o nos
estremecen en apenas un par de páginas? ¿No es acaso este el motivo del éxito
de las historias de las redes sociales? Historias cortas y directas que vienen
de grandes y largas historias… Aquí tres de algunas de ellas.
El Perro y el Médico
Ambrose Bierce.
Un
perro que vio a un médico asistir al entierro de un adinerado paciente dijo:
— ¿Cuándo
espera desenterrarlo?
— ¿Por
qué habría de desenterrarlo? —preguntó el médico.
—Cuando
entierro un hueso —dijo el perro—, es con la intención de destaparlo más tarde
y roerlo.
—Los
huesos que yo entierro —dijo el médico— son los que ya no puedo roer.
El Falso Maestro
Anónima
Era un renombrado maestro; uno de esos maestros que corren tras la
fama y gustan de acumular más y más discípulos. En una descomunal carpa, reunió
a varios cientos de discípulos y seguidores. Se irguió sobre sí mismo, impostó
la voz y dijo:
–Amados míos, escuchen la voz del que sabe.
Se hizo un gran silencio. Hubiera podido escucharse el vuelo
precipitado de un mosquito.
–Nunca deben relacionarse con la mujer de otro; nunca. Tampoco
deben jamás beber alcohol, ni alimentarse con carne.
Uno de los asistentes se atrevió a preguntar:
–El otro día, ¿no eras tú el que estabas abrazado a la esposa de
Jai?
–Sí, yo era –repuso el maestro.
Entonces, otro oyente preguntó:
– ¿No te vi a ti el otro anochecer bebiendo en la taberna?
–Ése era yo –contestó el maestro.
Un tercer hombre interrogó al maestro:
– ¿No eras tú el que el otro día comías carne en el mercado?
–Efectivamente –afirmó el maestro. En ese momento todos los
asistentes se sintieron indignados y comenzaron a protestar.
–Entonces, ¿por qué nos pides a nosotros que no hagamos lo que tú
haces?
Y el falso maestro repuso:
–Porque yo enseño, pero no practico.
La Cigarra y la Hormiga
Fábula de Samaniego
La cigarra era feliz disfrutando del verano. El sol brillaba,
las flores desprendían su aroma…y la cigarra cantaba y cantaba. Mientras tanto
su amiga y vecina, una pequeña hormiga, pasaba el día entero trabajando,
recogiendo alimentos.
– ¡Amiga hormiga! ¿No te cansas de tanto trabajar? Descansa un
rato conmigo mientras canto algo para ti –le dijo la cigarra a la hormiga.
–Mejor harías en recoger provisiones para el invierno y dejarte de
tanta holgazanería –le respondió la hormiga, mientras transportaba el grano,
atareada.
La cigarra se reía y seguía cantando sin hacer caso a su amiga.
Hasta que un día, al despertarse, sintió el frío intenso del
invierno. Los árboles se habían quedado sin hojas y del cielo caían copos de
nieve, mientras la cigarra vagaba por campo, helada y hambrienta. Vio a lo
lejos la casa de su vecina la hormiga, y se acercó a pedirle ayuda.
–Amiga hormiga, tengo frío y hambre, ¿no me darías algo de comer?
Tú tienes mucha comida y una casa caliente, mientras que yo no tengo nada.
La hormiga entreabrió la puerta de su casa y le dijo a la cigarra.
–Dime, amiga cigarra, ¿qué hacías tú mientras yo madrugaba para
trabajar? ¿Qué hacías mientras yo cargaba con granos de trigo de acá para allá?
–Cantaba y cantaba bajo el sol –contestó la cigarra.
– ¿Eso hacías? Pues si cantabas en el verano, ahora baila durante
el invierno.
Y le cerró la puerta, dejando fuera a la cigarra, que había
aprendido la lección
Grísseld LecunaG/Bavaresco
Fuente:
Narrativa breve. Blog de literatura: historias
cortas, cuentos cortos, entrevistas literarias… Francisco Rodríguez Criado (escritor y corrector de estilo)