Hoy les dejo, faltando algunos días para saltar al 2024, una simpática historia que encierra una interesante moraleja, espero les guste.
Y comienza así:
Una Señora muy distinguida estaba en un avión viniendo de Suiza. Viendo que estaba sentada al lado de un simpático cura, le preguntó:
– ¿Discúlpeme, Padre, ¿le puedo pedir un favor?
– ¿Claro, hija, ¿Qué puedo hacer por ti?
Es que yo compré un tensiómetro analógico muy caro para mi esposo que es médico. Yo realmente sobrepasé los límites de la declaración y estoy preocupada con la Aduana. ¿Será que Usted podría llevarlo debajo de su sotana?
Claro que puedo, hija, ¡pero tú debes saber que yo no puedo mentir!
– Ah, Usted tiene un rostro tan honesto, Padre, que estoy segura de que ellos no le harán ninguna pregunta.
Y le dio el tensiómetro.
El avión llegó a su destino. Cuando el Padre se presentó en la Aduana, le preguntaron:
– Padre, ¿Usted tiene algo que declarar? El Padre prontamente respondió
– Desde lo alto de mi cabeza hasta mi cintura, no tengo nada que declarar, hijo.
Encontrando la respuesta algo extraña, el chequeador de Aduana preguntó:
Y de la cintura para abajo, ¿Qué es lo que usted tiene?
– Yo tengo un equipo maravilloso, pero que nunca ha sido usado.
Muerto de risa, el chequeador de Aduana exclamó:
– Puede pasar, Padre. ¡El siguiente...!
MORALEJA: La inteligencia hace la diferencia. No es necesario mentir, basta escoger las palabras correctas.
Grísseld LecunaG/Bavaresco
Fuente:
Publicado por Anahí Michel en la pagina Quora.com (12 diciembre 2023)
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