En
estos días llegó a mi Facebook un artículo sobre la amistad entre los santos, y en mi religión (soy católica, apostólica y romana), existen muchísimos
(santos), los cuales si les soy sincera, no los conozco a todos.
Pues,
me puse a leerlo y me entere de que algunos son hermanos gemelos, otros son
esposos, amigos de la infancia, alumnos, profesores, en fin; me pareció chévere
y decidí comentárselos, tomando los dibujos del blog Aleteia en su articulo titulado
“Cuando los santos son amigos.. 10 historias inigualables” y le amplié la información de cada uno de
ellos para mejor entendimiento de su lazo de amistad.
1.- Felicidad y Perpetua:
En el año 202, una joven mujer rica de 22 años, llamada Perpetua, fue arrestada y acusada por cristianismo junto con su esclava Felicidad (también conocida como Felícitas), y otras tres personas más (sus
esclavos: Revocato, Saturnino y Segundo).
Ambas eran madres jóvenes y fueron llevadas juntas a
la cárcel martirizándolas para luego ser decapitadas.
Los tres esclavos fueron
arrojados a los leones.
Esto sucedió en la ciudad de Cártago, en África.
2.- Cosme y Damián:
Los dos hermanos gemelos Cosme y
Damián, médicos de profesión, célebres por su habilidad en el ejercicio de su
profesión y por su costumbre de prestar servicios desinteresadamente.
Después que se hicieron cristianos, espantaban las enfermedades por el solo
mérito de sus virtudes y la intervención de sus oraciones... Los dos hermanos
fueron torturados, quemados vivos y, como sobrevivieron, fueron decapitados por
orden de Diocleciano hacia el año 300 d. C.
Coronados tras diversos martirios,
se juntaron en el cielo y hacen a favor de sus compatriotas numerosos milagros.
Porque, si algún enfermo acude lleno de fe a orar sobre su tumba, al momento
obtiene curación.
Muchos refieren también que estos
Santos se aparecen en sueños a los enfermos indicándoles lo que deben hacer, y
luego que lo ejecutan, se encuentran curados.
3.- José y María:
José
de Nazaret es el esposo de María, la madre de Jesús de Nazaret, por tanto, su
padre putativo. San José tuvo un
papel esencial: Dios le encomendó la gran responsabilidad y privilegio de ser
el padre adoptivo del Niño Jesús y de ser esposo virginal de la Virgen María.
El es, el santo custodio de la Sagrada Familia,
es el santo que más cerca está de Jesús y de la Santísima Virgen María.
José y María, los
amantísimos padres de Jesucristo, quienes lo criaron en esfuerzo y trabajo.
Jesús creció en sabiduría y estatura, en gracia para Dios y los hombres.
4.- Benito y Escolástica:
Benito de Nursia, fundador del
monasticismo y santo patrono de Europa, nació gemelo y en el parto le acompañó
una niñita, por nombre Escolástica, con la que no sólo compartió
nacimiento, sino también vida, y hasta muerte y santidad.
Escolástica, virgen y hermana de
san Benito, la cual, consagrada desde su infancia a Dios, mantuvo una perfecta
unión espiritual con su hermano, al que visitaba una vez al año en Montecasino,
en la Campania, para pasar juntos una jornada de santas conversaciones y
alabanza a Dios.
Es fundadora de un monasterio y la orden de las monjas
benedictinas la cual gobernó siguiendo la regla de su hermano, quien era su director espiritual y el de las monjas.
5.- Ignacio y Francisco Javier:
Ignacio desde muy joven tenía grandes deseos de sobresalir y de
triunfar en la vida, era despierto y de excelentes cualidades para los
estudios. Fue a estudiar a la Universidad de París, y allá se encontró con San
Ignacio de Loyola, el cual se le hizo muy amigo y
empezó a repetirle la famosa frase de Jesucristo: “¿De qué le sirve a un hombre
ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo?”.
Este pensamiento lo fue
liberando de sus ambiciones mundanas y de sus deseos de orgullo y vanidad, y lo
fue encaminando hacia la vida espiritual.
La amistad con san Ignacio
transformó por completo a Francisco Javier, quien fue uno de los siete primeros
religiosos con los cuales san Ignacio fundó la Compañía de Jesús o Comunidad de
Padres Jesuitas.
Ordenado sacerdote colaboró con san Ignacio y sus compañeros
en enseñar catecismo y predicar en Roma y otras ciudades.
6.-
Mónica y Agustín:
Mónica nació en Tagaste,
actualmente Argelia, en el año 331. Aunque sus padres eran
ateos, su criada era cristiana y es por esta razón que Mónica conoce el
cristianismo. Siendo muy joven, tuvo un arreglo matrimonial con Patricus
(Patricio), un hombre violento y además mujeriego.
Ella iba a la iglesia cada día y soportando con paciencia los engaños y las cóleras
de su esposo. Al poco tiempo se fue ganando el afecto de su suegra e incluso
poco a poco fue incluyendo a Patricio en el cristianismo y de esta manera logró
que el carácter violento de su marido cesara.
Mónica tuve tres
hijos, Los dos menores fueron su alegría
y consuelo, pero el mayor, Agustín, quien le dio muchas alegrías por
sus logros en sus estudios, pero aun así también tenías preocupaciones por como
llevaba su vida. Ella envió a su hijo al obispo para
que recapacitara sobre cada uno de sus actos, pero el obispo le aconsejó para que siguiera pidiendo por su hijo, diciéndole “no se perderá el hijo de tantas lágrimas”.
A la
edad de 28 años, Agustín, se acogió en la gracia de Dios, convirtiéndose en
cristiano y es ahí cuando recibe el sacramento del bautismo.
7.- Francisco y Clara:
San Francisco de Asís y Santa Clara son dos personajes santos, del siglo XIII, ambos nacieron en la región italiana de Asís, pueblo
fundado hacia el año 1000 A. C.
San Francisco de Asís, era uno de los
hijos de un comerciante cuya prosperidad le hizo pertenecer a la élite de las
familias italianas de esa región, sin embargo San Francisco, desde joven,
abandonó los bienes que por derecho de heredad le correspondían, y se dedicó al
servicio de Jesucristo.
Consagró su vida a atender a los enfermos y a las
personas más necesitadas, una de sus primeras obras fue reconstruir la Capilla
dedicada a San Damián, para lo cual vendió las mercancías de su padre.
San Francisco se hizo predicador de las escrituras bíblicas, sus predicas
llegaron a los oídos de Santa Clara de Asís, quien empezó a admirarlo al
escucharlo en la Iglesia de San Rufino, desde entonces buscó la
forma de conocerle.
Santa Clara de Asís fue hasta la Iglesia de Porciúncula, conocida como Basílica de Santa
María de los Ángeles. Era un domingo de Ramos, cuando San Francisco de Asís y
Santa Clara inician su compañerismo consagrado a Dios, ya que en ese día Santa
Clara hizo sus votos de pobreza y dedicación virginal a Jesucristo, renunciando
a las riquezas que su noble origen le ofrecían, ya que, era hija de un señor
poderoso y con muchos bienes.
San Francisco de Asís y Santa Clara de Asís consolidaron su
amistad, asistiendo a los pobres y predicando las enseñanzas de nuestro
Salvador, desde su llegada al Convento de San Damián, Santa Clara iniciaría su
vida de santa, guiada por Dios y San Francisco, consagrada a la atención de los
más pobres.
San Francisco de Asís y Santa Clara fueron fundadores de la
Orden de las Hermanas Clarisas y de la Segunda Orden de San Francisco.
9.- Luis y Celia
Martin:
Luis nació el 22 de agosto de 1823 en Burdeos (Francia), y
Celia vino al mundo ocho años después. Ambos crecieron en el seno de familias
militares y católicas.
Luego
que el padre se jubiló, la familia se mudó a Alençon en 1831. Allí Luis estudió
con los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Al culminar su formación aprendió
el oficio de relojero en varias ciudades de Francia.
Los
padres de Celia Guérin fueron exigentes, autoritarios y rudos, su madre era
“demasiado severa; era muy buena pero no sabía darle cariño, así que Celia sufria
mucho”. Ella era “inteligente y comunicativa por naturaleza” y su hermana Marie
Louise fue como una segunda madre.
La
santa ingresó al internado de las religiosas de la Adoración Perpetua donde
aprendió a confeccionar el punto de Alençon, uno de los encajes más famosos de
la época, y para especializarse entró en la “Ecole dentellière”. Con su
trabajo, Celia contribuyó a la economía familiar.
Tanto
Luis como Celia sintieron durante su juventud el deseo de consagrarse a Dios a
través de la vida religiosa.
Cuando tenía 22 años, él pidió ser admitido en el monasterio del
Gran San Bernardo, pero fue rechazado porque no sabía latín. Por su parte,
Celia quiso ingresar a la congregación de las Hijas de la Caridad de San
Vicente de Paúl, pero tampoco fue aceptada. Dios tenía otros planes para ellos.
Años más tarde, Luis abrió una relojería y Celia un taller de encaje.
Luis
y Celia se cruzaron por primera vez en abril de 1858 en el puente San Leonardo.
Se enamoraron y se casaron en la noche entre el 12 y 13 de julio de ese mismo
año.
Tuvieron nueve hijos, de los cuales sobrevivieron cinco
niñas: Paulina, María, Leonia, Celina y Teresa. A todas les transmitieron el
amor a Dios y al prójimo.
A los 45 años, Celia se enteró que tenía un tumor en el
pecho. La santa vivió esta enfermedad con firme
esperanza cristiana hasta que falleció el 28 agosto de 1877 rodeada de su
esposo y su hermano Isidore.
Luis
se trasladó a Lisieux, donde vivía Isidore, y la tía Celina lo ayudó a cuidar
de sus cinco hijas. Años más tarde, todas se hicieron religiosas, cuatro en el
Carmelo y una en la Visitación.
Luis
contrajo una enfermedad que lo fue mermando hasta perder sus facultades
mentales. Fue internado en el sanatorio del Buen Salvador en Caen. Durante los
períodos de alivio se ofreció como víctima de holocausto a Dios, hasta que
murió el 29 de julio de 1894.
Su
hija, Santa Teresa de Lisieux, fue
proclamada santa el 17 de mayo de 1925 por el Papa Pío
XI.
Luis y Celia fueron canonizados el 18 de octubre
de 2015, convirtiéndose en el primer matrimonio cuyos cónyuges son declarados
santos en la misma fecha. Su fiesta se celebra el 12 de julio, día de su
aniversario de bodas.
10.- Joaquín y Ana:
Ellos son los abuelitos de Jesús. El Protoevangelio aporta la
siguiente relación: En Nazaret vivía una
pareja rica y piadosa, Joaquín y Ana. No tenían hijos. Cuando con ocasión de
cierto día festivo Joaquín se presentó a ofrecer un sacrificio en el templo,
fue arrojado de él por un tal Rubén, porque los varones sin descendencia eran
indignos de ser admitidos.
Joaquín entonces, transido de dolor, no regresó a su casa,
sino que se dirigió a las montañas para manifestar su sentimiento a Dios en
soledad. También Ana, puesta ya al tanto de la prolongada ausencia de su
marido, dirigió lastimeras súplicas a Dios para que le levantara la maldición
de la esterilidad, prometiendo dedicar el hijo a su servicio.
Sus plegarias fueron oídas; un ángel se presentó ante Ana y
le dijo: "Ana, el Señor ha visto tus lágrimas; concebirás y darás a luz, y
el fruto de tu seno será bendecido por todo el mundo". El ángel hizo la
misma promesa a Joaquín, que volvió al lado de su esposa. Ana dio a luz una
hija, a la que llamó Miriam (María).
Dado que esta narración parece reproducir el relato bíblico
de la concepción del profeta Samuel, cuya madre también se llamaba Hannah, la
sombra de la duda se proyecta hasta en el nombre de la madre de María.
Grisseld LecunaGarcia/Bavaresco
Fuentes:
No hay comentarios:
Publicar un comentario