De la pluma de mi amigo y colega Julio Cesar
Guanipa, les dejo esta interesante memorabilia de su añorada época de niñez y
juventud en nuestra querida ciudad de Puerto Cabello.
En el año 1.950,
con apenas 4 años de edad, me abría paso en aquel mundo de fantasía que se
descubría ante mis ojos. Con pasos vacilantes, y con la curiosidad propia de un
niño recién llegado a la vida, me aventuraba dentro de los escasos límites de
aquel mundo bajo la inquisitiva y vigilante mirada de mis padres y la actitud
tolerante y condescendiente de mis otros 3 hermanos. La casa materna estaba
situada en el viejo lote 27 de la aún nueva Urbanización Rancho Grande.
Inauguracion de la Iglesia La Coromoto. Años 50's |
Con la Iglesia La Coromoto al frente, salvando la Avenida
Juan José Flores y al frente de la galería de cerros que derramaba las faldas de
sus alcores desde Rancho Chico hasta Los Polvorines en el sector del Trincherón.
Nuestra casa, pues, hacía frente con la calle plaza; seca y polvorienta, cara a
cara con la bodega de Don Juan Colina, donde moraba con su esposa Graciela y su
pequeño hijo Juancito, mi primer amigo de infancia.
El tiempo desgrano más amigos a mí alrededor; Nelson, Oswaldo
y Daruith Díaz, hijos del Señor León Díaz, el cual tenía una bodega más
adelante. También estaba Eudo Navas hijo de un señor que era gandolero como mi
padre..... Por el otro lado del lote estaban la familia Laartez, La Señora
Luisa Elena, su hija Carmen Elena y sus hijos Ramón, Raúl, Genaro y Julio
Laartez, el Señor Osuna y el Señor Ramón González; Y un vecino que merece un
capitulo aparte: El Señor Veliz y su esposa Petrica, a él le apodaban Pichincha.
En esos viejos días de infancia recuerdo con nostalgia los
fines de semana cuando llegaba a un lado de la Escuela José Ramón Pelayo, una
furgoneta de la Colgate Palmolive a proyectar películas de dibujos animados,
peleas de boxeo de la época y entonces nos acercábamos cada uno con su banquito
o silla de lona y los parados atrás para no estorbar y acompañábamos ese sano
momento con las empanadas de la Señora Cruz.
El humilde arte culinario de la Señora Cruz era como un sello del buen porteño. Todas las tardes, a partir
de las 5 de la tarde, con metodología cotidiana, religiosamente, sacaba sus
sartenes, calderos, su masa ya preparada, sus guisos y en silencio comenzaba a freír
sus exquisitas empanadas, las inseparables manducas, sus papas rellenas y junto
con el grato aroma de su cocina, comenzaba a llenarse de sus clientes de todas
las noches el porche de su casa..
“Sra. Cruz, que manda a decir mi mama que le mande cuatro de carne molida y tres manducas"...Buenas noches, doñita, me despacha dos de esmechada que ya la película esta empezando"... Y la Señora Cruz, sonriendo, atendía en silencio a su nutrida clientela. Y la noche se llenaba de gratos colores, entre las empanadas de la Señora Cruz y las películas de Tito Guizar del proyector de la Colgate-Palmolive. Las empanadas costaban una locha.
“Sra. Cruz, que manda a decir mi mama que le mande cuatro de carne molida y tres manducas"...Buenas noches, doñita, me despacha dos de esmechada que ya la película esta empezando"... Y la Señora Cruz, sonriendo, atendía en silencio a su nutrida clientela. Y la noche se llenaba de gratos colores, entre las empanadas de la Señora Cruz y las películas de Tito Guizar del proyector de la Colgate-Palmolive. Las empanadas costaban una locha.
Y el Puerto siguió cabalgando en las páginas del recuerdo esta vez con
las comparsas familiares del Sr. Pichincha. El Señor Veliz (Pichincha), tuvo
una familia numerosa. Con dedicación y mucho amor junto con su esposa Petrica
levantó a su prole a fuerza de amor, trabajo y de un espíritu festivo
inigualable.
Y me faltaría tiempo para hablar de los dulces de la Sra. Namías a las puertas de las escuelas, de mis días de “Escuelita paga”, como les decían antes, con mis maestras Doris Guaita, la hermana de Rosalba, Isbelia Malenche y su anciana madre, la Señora Elvira, La maestra Sarita en el lote de la Bodega del Señor Juan Torbett, en fin, recuerdos que a mis 73 años me hacen decir...No he vivido en vano...Hasta otro día.
Julio Cesar Guanipa
Corrección de estilo: Grísseld Lecuna G/B
Responsable Ilustración: Grísseld Lecuna G/B
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