viernes, 19 de febrero de 2021

LA ADUANA VIEJA DE PUERTO CABELLO

  

Siempre estoy pensando en mi Puerto del ayer, recordando sus edificaciones, sus monumentos y la historia que encierra cada callejón de su zona colonial. El recordar que estuvo por sus calles Nuestro Libertador, el Doctor José Gregorio Hernández, José Antonio Páez, El Generalísimo Francisco de Miranda; como también estuvo en nuestro teatro Carlos Gardel, Ana Pavlova. Otro que viene a mi mente es Alexander von Humboldt. De la realeza estuvo el Conde de Segur, personaje muy influyente en el reinado de Luis XIV; aún más cerca, Renny Ottolina el número uno de la televisión venezolana. En fin tantos y tantos personajes que a mi mente se les escapan algunos nombres, y que seguro, después que termine este articulo, los recordaré.


Fue así como recordé a la Aduana vieja, leyendo y viendo algunas fotografías en la página de facebook “Memorabilia Porteña” y vi varias de esa Aduana Marítima. Aún la recuerdo, una edificación pintada de color vino tinto, y que al pasar a su lado le tenía cierto respeto pues ya para cuando la conoci, era un caserón abandonado y tenía la impresión que de noche algunos muertos fantasmales hacían fiesta allí dentro.

Tomé el libro Visiones del Puerto Viejo (Volumen II), de nuestro amigo José "Pepe" Sabatino, volví a leer sobre esa edificación y pude recordar algunos interesantes datos que hoy quiero compartir con Ustedes.

Zona de descarga. Muelle de cabotaje

Según lo escrito en dicho libro; las primeras edificaciones del naciente puerto se ubicaban estratégicamente en la boca de entrada de su extraordinaria dársena natural, en terrenos que poco a poco se ganaron al mar y en los que se construyeron las distintas dependencias de la Real Compañía Guipuzcoana. 

Durante la administración de Joaquin Crespo  (1884), se acuerda modernizar los muelles y construir un edificio que sirviera de sede a la aduana y el resguardo, para lo cual el ejecutivo firma contrato con Eduardo Blanco quien a su vez lo traspasa a la “North American Construction Company of Puerto Cabello”, empresa que financiaría la obra, cuyo representante era el ingeniero Henry Rudloff.


Placa a la entrada del edificio


La Memoria del Ministerio de  Obras Públicas de 1886, señala que la obra albergará “las oficinas de Aduana y del Resguardo, las habitaciones de sus jefes y además, muelles espaciosos y cómodos, para lo cual será situado convenientemente en el mismo lugar que ocupan los actuales entablados que sirven hoy de muelles...” El proyecto comprendía la construcción de un edificio central de mampostería, galerías de hierro para la mercancía, reconstrucción de los muelles y el dragado.

Poco a poco el proyecto fue cobrando forma en una imponente estructura de “ladrillos americanos, piedra corálica usada generalmente en el puerto y mezcla de cal de agua dulce con adición de gran cantidad de cimento romano”. Como ya se había dicho, esta edificación era exclusivamente para funciones portuarias y aduaneras, lo que explica sus dimensiones y la torre de 22 metros de elevación sobre el nivel del mar para la vigilancia del puerto.




Las obras concluyeron oficialmente en julio de 1888, cuando fueron inspeccionadas por el Ministro de Obras Públicas, pero al parecer en los meses siguientes se continuaron haciendo importantes ajustes. “

El Diario Comercial del 15 de noviembre de 1890, informaba acerca de la exigencia de aquél ministerio a la dirección de la empresa, para que los entablados de los muelles y almacenes se hicieran de madera fuerte, pichipén o vera, pues la de jabillo que habían usado no servía porque muchos tablones se encontraban rotos por el peso de las mercancías.


La aduana vista desde el mas (1920)

En su época de bonanza, aparte de su actividad aduanal, fue una edificación muy elogiada por su estructura y por su enorme y vistosa torre.

En las décadas venideras (1930-1980), primeramente a través de un ente gubernamental llamado Servicios Portuarios Nacionales, y más tarde por medio del Instituto Nacional de Puertos (INP), se experimentaría expansiones adicionales, es así como en la década de los años 70, la vieja aduana es demolida para abrir paso a la construcción de almacenes y nuevos muelles para el manejo de carga general.


Es lamentable que hoy día quede muy poco que rescatar de nuestro desaprovechado patrimonio histórico, pues es una tarea muy difícil en estos tiempos en que prevalece más el dinero que te embolsillas y no la historia que te enorgullece como porteño que ama y desea un bien para ella. 

Ya lo dijo Pepe Sabatino en su momento y yo lo reitero: “Esta conservación es fundamental para el rescate de la memoria histórica local y la reafirmación de nuestra identidad, sin desestimar su inserción en el marco de desarrollos urbanos y estrategias turísticas”.

Esperemos que los tiempos cambien y sus acciones sean concretas y mejores.


 Grísseld LecunaG/Bavaresco


Fuente:

Sabatino P.  José Alfredo. Visiones del Puerto Viejo (Volumen II) Págs 133 - 136. Rivero Blanco Editores.

Revista Puerto. Organo divulgativo de la Camara de Comercio de Puerto Cabello

Fotografías pagina de facebook "Memorabilia Porteña".


La edificación en la década de los 70, a su lado el patio de deposito, luego la
Capitania de Puertos y al final, el hotel de los Baños.




2 comentarios:

  1. Me enorgullece tu trabajo expuesto en crónicas sencillas, aunque llenas del calor de un corazón porteño enamorado de su ciudad.
    Sigue así, regalándonos los resultados de tu labor de investigación, escritos en bella prosa que nos hace entrar y disfrutar de imágenes mentales de lo que pudiera haber sido la vida de los porteños del ayer en esos lugares que nos describes y acompañas de bellas fotografías y detalladas descripciones. Gracias Grisseld.

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  2. Un gusto saludarte y conocerte, Gríss; te felicito por tu blog y escritos. Lamentablemente, en Venezuela no tenemos tradición de preservación del patrimonio de ninguna especie. Mi nombre es Hernán Rodríguez Rotjes, de Barquisimeto. Tengo grandes raíces en Puerto Cabello, pues muchos de mis ancestros vivieron allí, otros desde su nacimiento. Mis Tatarabuelos Felipe Rotjes Marconier y Cipriana Susanna Marconier llegaron allí desde Curazao a finales del siglo XIX, y en esa murieron. Dejaron generaciones que se mantienen hasta la actualidad. Siempre me mantenido en contacto con personas de Puerto Cabello para conocer más sobre mi familia. En la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario hay una lápida con el nombre de mi tatarabuelo, Felipe Rotjes, pero hasta ahora nadie me ha podido dar alguna información sobre ello. La última persona me dijo hace año y medio que esa iglesia se mantenía cerrada y no tenía actividad parroquial. En el Puerto mi bisabuela Ana Cariel de Riera tenía una casa y en ella vivió por temporadas; estuvo allí por varios años con sus hijos tenidos con su esposo Silvano Riera, y con los de su segunda unión con mi bisabuelo Luis Neuman. Luis Neuman es el padre de mi abuela Ana Lucía Cariel, ella no lleva el apellido del padre, pues mis bisabuelos no era casados ni civil o eclesialmente. En esta ciudad mi abuela Ana Lucía conoció a mi abuelo Juan Clímaco Rotjes Álvarez, nieto de los anteriormente nombrados Felipe Rotjes y Cipriana Marconier y se casaron el 17 de agosto de 1917 y tuvieron a mi madre Concepción de Jesús “Conchita” Rotjes Cariel de Rodríguez, quien nación en Aroa, Yaracuy, el 5 de febrero de 1919. Mi abuela tenía una hija, Marcedes María “Chelly” Rotjes Cariel, nacida en Puerto Cabelo el 24 de septiembre de 1912. Mi abuelo Juan Clímaco tenía un hermano llamado John Rotjes Álvarez, quien era el padre del famoso picher porteño Carlos Rotjes, apodado “Espíritu Santo”. Me gustaría saber si Ud. tiene conocimientos de estos apellidos en el Puerto o algún otro hecho relacionado con esta mi familia. Sobre todo, estoy muy interesado en la información sobre las lápidas en la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, con el nombre de mi tatarabuelo Felipe Rotjes. Ojalá me tenga buenas noticias. ¡Que tenga muy buenos días!

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