En días pasado estuve revisando algunas revistas de siglos pasados, y un artículo que me llamó la atención fue el escrito por L. Martín Valbuena (vivió en el Puerto desde 1902 hasta 1910), donde comentaba sobre aquellas personas muy conocidas para su época que vivieron en nuestra célebre y muy conocida calle. Hoy quise compartirla con Ustedes y así conocer un poco más del callejón Ño Morían, General Páez y finalmente Los Lanceros.
Esta conocidísima calle o callejón, tiene aproximadamente una longitud de 300 metros con un ancho aproximado de 4 metros, sus aceras (cuando existían), se podían calcular entre 60 y 80 centímetros. Ella limita por el Norte con una parte lateral de la célebre Iglesia del Rosario, antiguamente llamada San José. Por el Sur por el sitio conocido como la Conchera de Capriles, después Colegio de los hermanos de La Salle. Antiguamente existió allí el foso que dividía la población en dos mitades conectado por un puente levadizo a la altura de la Calle El Comercio, por lo cual la población creo los nombres de puente dentro y puente fuera. Este y Oeste cercada por una hilera de casas.
Una de las características de la calle Los Lanceros, es que bajo sus aleros nacieron o vivieron por largo tiempo numeroso grupo de hombres y mujeres destacados en nuestra música y en nuestra literatura, bien sea como poetas, prosistas, periodistas o historiadores y compositores, es decir, espiritus artísticos que dieron al mundo sus concepciones en partos bienaventurados los cuales perduran hoy en nuestro acervo literario y musical.
El escritor L. Martin Valbuena en su artículo
“La calle de Los Lanceros”, comenta que en esa callejuela un 17 de octubre de
1808 nacería el poeta José Antonio
Maitin. Allí se levantó en la casa de
sus padres y bien cabría pensar en cuantos versos bellos y dolorosos escribiría
bajo la resolana reverberante de la calzada de piedras aquel que fue precursor
de una brillante pléyade literaria que en los últimos ciento cincuenta años ha
dado gloria y blasón a Venezuela desde aquella humilde callecita porteña.
Al poeta melancólico siguieron Carlos Brandt Tortolero, literato de fusta, que aunque nació en Miranda, Carabobo, desde pequeño vino a vivir en una casa de esta señorial calle. Fue un filósofo y esclarecido pensador que escribía muchas de sus obras cuando allí vivía. Continua Martin Valbuena recordando que allí el historiador, doctor y poeta Paulino Ignacio Valbuena, que aunque nacio al lado del Club Alemán, también tuvo sus días en esta calle histórica. Don Daniel Villasmil poeta y periodista, director de "El Submarino". Lope Bello, periodista e insigne tribuno, fundador de "El Estandarte". Eduardo Villasmil, poeta laureado. Connie Lope Bello, poetisa y quien fuera directora de la revista Lirica Hispana. Luz Vallenilla, autora de una obra costumbrista titulada "La Calle Lanceros". Y por último en el campo de la música, Augusto Brandt, insigne compositor.
Continúa
Martin Valbuena recordando también a personajes prominentes de la localidad como
lo fueron los profesores Cerrato, Virgilio Pérez y María Luisa Delgado, que dedicaron
sus vidas a la enseñanza.
También la habitaron muchos hombres destacados en el comercio local y empleados públicos tales como José Antonio López, el señor Moyen, los señores Troconis y Echeverría, Don Manuel Alvarado, Capitán Rafael Fuentes, el señor Borges, Santiago Marín, Capitán Rodríguez, el señor Morales Nadal, el señor Meza y su tienda de tabacos y finalmente el prominente medico doctor Fonseca, el célebre “Chingo Fonseca”, quien después adquirió fama y honores en la capital de la República como excelente galeno y político.
Esta calle arrancada del Madrid viejo, con sus aceras angostas y su calzada apretada como especie de garganta entre sus casonas viejas sostenidas a través de más de tres siglos, con sus paredes de metro y medio de espesor, decoradas con ventanas cuadradas de tipo andaluz y algunos balcones de madera labrada, todo lo cual contribuye a darle un aspecto único, con sabor a rancia tradición ibérica.
Grísseld
LecunaG/Bavaresco
Fuente:
Punta Brava. Edición extraordinaria II época.
Nº 20. Junio – Julio 1970
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