Juan el Bautista fue un predicador judío, considerado
como profeta por las tres religiones principales: el Cristianismo, el Islam y la Fe Bahá’í.
Considerado mesías por el Mandeísmo.
Desde el principio su nacimiento estuvo
dotado de cierto carácter milagroso.
San Lucas lo narra en su Evangelio así:
La Noche de San Juan
María,
en los días siguientes a la Anunciación, fue a visitar a su prima Isabel cuando
ésta se hallaba en el sexto mes de embarazo. Por lo tanto, fue fácil fijar la
solemnidad del Bautista en el octavo mes de las candelas de junio, seis meses
antes del nacimiento de Cristo.
Desde entonces se señaló esta noche como la de San Juan, muy
próxima al solsticio de verano que ha heredado
una serie de prácticas, ritos, tradiciones y costumbres cuyos orígenes son
inmemoriales en toda Europa y América Latina, lo paradójico del asunto es que el
24 de junio se celebra la fecha del nacimiento del Bautista, que en realidad no
debería festejarse porque de los Santos siempre se recuerda el día de su
muerte.
Pero San Agustín hace una excepción y le conmemora el día de su nacimiento, porque fue
santificado en el vientre de su madre y vino al mundo sin culpa.
Maria y su prima Isabel, el encuentro. |
El Evangelio de San
Lucas
El
capítulo primero del evangelio de San Lucas nos cuenta de la siguiente manera
el nacimiento de Juan:
Zacarías era un sacerdote judío que estaba casado con
Santa Isabel, y no tenían hijos porque ella era estéril. Siendo ya viejos, un
día cuando estaba él en el Templo, se le apareció un ángel de pie a la derecha
del altar.
Al verlo se asustó, más el ángel le dijo: No tengas
miedo, Zacarías; pues vengo a decirte que tú verás al Mesías, y que tu mujer va
a tener un hijo, que será su precursor, a quien pondrás por nombre Juan. No
beberá vino ni cosa que pueda embriagar y ya desde el vientre de su madre será
lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos para Dios.
Juan y Jesús de niños |
Pero Zacarías respondió al ángel: -¿Cómo podré
asegurarme que eso es verdad, pues mi mujer ya es vieja y yo también?.
El ángel le dijo: -Yo soy Gabriel, que asisto al trono
de Dios, de quien he sido enviado a traerte esta nueva. Más por cuanto tú no
has dado crédito a mis palabras, quedarás mudo y no volverás a hablar hasta que
todo esto se cumpla.
Seis meses después, el mismo ángel se apareció a la
Santísima Virgen comunicándole que iba a ser Madre del Hijo de Dios, y también
le dio la noticia del embarazo de su prima Isabel.
Juan niño |
Llena de gozo corrió a ponerse a disposición de su
prima para ayudarle en aquellos momentos. Y habiendo entrado en su casa la
saludó. En aquel momento, el niño Juan saltó de alegría en el vientre de su
madre, porque acababa de recibir la gracia del Espíritu Santo al contacto del
Hijo de Dios que estaba en el vientre de la Virgen.
También Santa Isabel se sintió llena del Espíritu
Santo y, con espíritu profético, exclamó:
“Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es
el fruto de tu vientre. ¿De dónde me viene a mí tanta dicha de que la Madre de
mi Señor venga a verme? Pues en ese instante que la voz de tu salutación llegó
a mis oídos, la criatura que hay en mi vientre se puso a dar saltos de júbilo.
¡Oh, bienaventurada eres Tú que has creído! Porque sin falta se cumplirán todas
las cosas que se te han dicho de parte del Señor”.
De su infancia y juventud nada sabemos, tal vez, siendo aún un muchacho y huérfano de
padres, huyó al desierto lleno del Espíritu de Dios porque el contacto con la
naturaleza le acercaba más a Dios. Vivió toda su juventud dedicado nada más a
la penitencia y a la oración.
Juan comenzó a predicar y a
bautizar en el desierto el año decimoquinto del imperio del emperador Tiberio,
cuando Poncio Pilato gobernaba Judea, cuando Herodes era tetrarca de Galilea,
su hermano Filipo tetrarca de Itureay Traconítide, y Lisanias tetrarca de
Abilene, en tiempo de los sumos sacerdotes Anás y Caifás.
Como
vestido sólo llevaba una piel de camello, y como alimento, aquello que la
Providencia pusiera a su alcance: frutas
silvestres, raíces, y principalmente langostas y miel silvestre. Solamente le
preocupaba el Reino de Dios.
Cuando Juan tenía más o menos treinta años, se
fue a la ribera del Jordán, conducido por el Espíritu Santo, para predicar un
bautismo de penitencia.
Juan
no conocía a Jesús; pero el Espíritu Santo le dijo que le vería en el Jordán, y
le dio esta señal para que lo reconociera: “Aquel
sobre quien vieres que me poso en forma de paloma, Ese es”.
Habiendo llegado al Jordán, se puso a predicar
a la gente y a bautizarlos, una vez que lo hizo a Jesús, al momento de salir del agua, y mientras hacía oración,
se abrieron los cielos y se vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de
paloma y permaneció sobre El. Y en aquel momento se oyó una voz del cielo que
decía: “Este
es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias”.
Herodías
era la mujer de Filipo, hermano de Herodes. Ella se divorciò de Filipo y
se casó con Herodes, su cuñado, y entonces cuando Juan fue con él, le recriminó diciendo:
-No
te es lícito tener por mujer a la que es de tu hermano; y le echaba en cara las
cosas malas que había hecho.
Entonces
Herodes, enojado mandó gente hasta el Jordán para traerlo
preso, queriendo matarle, mas no se atrevió sabiendo que era hombre justo y
santo, y le protegía, pues estaba muy perplejo y preocupado por lo que le
decía.
Herodías
le odiaba a muerte y sólo deseaba encontrar la ocasión de quitarlo de en medio,
pues tal vez temía que a Herodes le remordiera la conciencia y la despidiera
siguiendo el consejo de Juan.
Sin
comprenderlo, ella iba a ser la ocasión del primer mártir que murió en defensa
de la indisolubilidad del matrimonio y en contra del divorcio.
Llegó
el cumpleaños de Herodes y celebró un gran banquete, invitando a muchos
personajes importantes.
Y al final del banquete entró la hija de Herodías (Salomé, según el quinto evangelio de Flavio Efeso), y danzó en medio
de todos gustando tanto a Herodes, que éste le prometió bajo juramento darle lo
que pidiese. Ella, instigada por su madre le dijo; «dame aquí en una bandeja, la
cabeza de Juan el Bautista.»
El rey se entristeció, pero a causa del juramento y de los comensales, ordenó que se le diese, y envió a
decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada
a la muchacha, la cual se la llevó a su madre.
Llegando después sus discípulos,
recogieron el cadáver, lo sepultaron; y fueron a informar a Jesús.
La
Iglesia católica celebra
el 24 de junio el nacimiento de San Juan Bautista y el 29 de agosto conmemora
su decapitación. Se
afirma que está enterrado en la gran Mezquita de los Omeyas, en Damasco.
Grisseld LecunaGarcia/Bavaresco
Fuentes:
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