Algunas
imágenes nos causan tal impresión que se nos quedan grabadas en la mente
toda la vida. Con un extraordinario poder para conmovernos y agitar nuestras
emociones, dichas escenas capturan a personas capaces de sorprendernos con su
fuerza de voluntad y su gran convicción.
Un ejemplo es
la foto del monje Thích Quảng Đức,
el cual se convirtió en una de las figuras cruciales de la guerra de
Vietnam.
Quàng realizó el acto de inmolación como forma
de protesta en contra de la persecución de los creyentes budistas por el
gobierno de Vietnam del Sur. A principios de los sesenta esa región era
gobernada por Ngo Dinh Diem, quien
creía en la fe católica.
El represor católico había
recibido poco antes el apoyo explícito de los Estados Unidos --entonces
presidido por John F. Kennedy--, que
lo habían ayudado a llegar al poder con la idea de que era el mejor modo de
impedir que el país cayera bajo el control, por lo que quiso abolir las prácticas budistas.
Estos
últimos optaron por protestar pacíficamente en las calles, pero a pesar de la
calma, eran reprimidos de forma brutal, por lo que poco se podía hacer para
atraer atención a la problemática.
Thích viajó a
Saigón (actualmente la Ciudad Ho Chi Minh) en su carro marca Austin azul cielo
el 11 de junio de 1963 para
protestar en contra del Gobierno. El monje estaba tratando de enviar un mensaje
muy claro al presidente vietnamita Ngô Đình Diệm aquel día de verano. Guardando
una compostura perfecta, aparcó su coche, se dejó rociar todo el cuerpo de
gasolina por un estudiante muy conmovido y se prendió fuego.
“Antes
de cerrar mis ojos y moverme en dirección a la visión de Buda, con respeto le
ruego al Presidente Ngo Dinh Diem que se tome un momento de compasión para las
personas de la nación y que implemente igualdad religiosa para mantener la
fortaleza de nuestro hogar natal eternamente. Hago un llamado a los venerables,
reverendos, miembros del sangha y los budistas para que se organicen con
solidaridad para hacer sacrificios de proteger el budismo.”
Ésas fueron sus últimas palabras antes de que su túnica
quedara hecha cenizas.
El monje se
incendió de inmediato. La multitud lo veía con incredulidad mientras Thích, con
una expresión de serenidad, se sentó en el piso y dejó que las llamas
lo consumieran. Estas flamas surgían de un ser humano; su cuerpo se abrazaba
y se encogía, su cabeza ennegrecía y carbonizaba.
El aire transportaba el olor
de la carne humana quemada; los seres humanos se queman asombrosamente rápido.
Se dice que mientras Quàng
moría quemado no soltó ni un solo quejido, a diferencia de sus compañeros, que
entre cientos a su alrededor lamentaban su acción.
El impacto fue tan grande,
que la presión internacional en contra del presidente Dinh aumentó hasta que lo
llevó a anunciar reformas para compensar a los budistas pero jamás fueron
implementadas, lo que empeoró la disputa. Como respuesta otros monjes
comenzaron a inmolarse en honor a Quàng.
Un hecho que aún es inexplicable, el sacrificio del monje había dejado un notable legado;
después de su autoinmolación, el cuerpo de Thích fue llevado a un crematorio
para incinerarlo por segunda vez.
El Corazón de Thich Quang |
Esto fue considerado sagrado y se guardó en Xá
Lo Pagoda. La reliquia actualmente se
encuentra en exhibición en un museo, como símbolo de compasión y fuerza de
voluntad.
A los pocos días, el presidente Dinh fue asesinado durante un
ataque de Estados Unidos, lo que puso fin a su alianza. Éste fue el hecho que
marcó el inicio del involucramiento de la nación americana en el
enfrentamiento entre el norte y sur de Vietnam.
Este dramático
acto de protesta incrementó la presión para que el Gobierno moderará las
restricciones e iniciará nuevas negociaciones con los representantes de la minoría
budista.
Thích se convirtió en un símbolo de las protestas extremas y las
convicciones a pesar de que la guerra de Vietnam se cobraría muchas víctimas
más.
Todavía se
pueden ver los restos de Thích y su coche azul cielo en la ciudad de Hué.
Grísseld LecunaGarcía/Bavaresco
Fuentes:
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