A continuación les narraré una historia muy simpática
que ocurrió en mi Puerto Cabello en tiempos muy remotos.
Cuenta
la historia, que los campesinos que traían sus productos al Mercado Municipal
se quejaban de los graves problemas que sufrían por la falta de vigilancia en el sitio donde dejaban a sus burros estacionados. Por tal motivo decidieron ir ante el Regidor (autoridad municipal) y plantearle lo que estaba sucediendo.
Estos
humildes agricultores procedentes de pequeñas fincas cercanas, algunas
conocidas como “conucos”, eran víctimas de ladrones, la mayoría clasificados
como “rateros”, que no solo hurtaban los frutos cosechados con grandes esfuerzos,
sino las herramientas y otros artículos usados en su trabajo.
El
Concejo Municipal tomando en consideración el grave problema, con fecha 15 de
marzo de 1899, nombró al ciudadano Fernando Párraga como “Cuidador de burros”
en el estacionamiento fijado para tal fin. Igualmente se aprobó cobrar a los
dueños de los jumentos (asno,
burro, borrico, pollino, garañón, rozno…), la suma de 5 céntimos por cada animal estacionado.
Algunos campesinos identificaban a Fernando Párraga, el encargado, como “el
señor burrero”, cosa que no le agradaba mucho a dicho funcionario.
El venezolano siempre ha sido una persona muy dicharachera y ocurrente, es así como algunos campesinos identificaban a Fernando Párraga, el encargado, como “el señor burrero”, cosa que no le agradaba mucho a dicho funcionario.
Otro de los problemas que se suscitaba en aquel entonces, era con los burros y otros animales
realengos en el área urbana de la ciudad, frecuentemente motivaba la atención
pública y así lo revela la nota policial a comienzos del siglo XX en el diario
porteño “El Comercio”:
AVISO.
Se encuentran
detenidos en esta Comandancia,
por
haberse encontrado vagando por las calles,
una
burra blanca y una color gris. Además una
cabra
color amarillo manchado.
Los dueños deben acudir a reclamarlos.
Y como diría el periodista,
cronista y escritor venezolano
Oscar Yánez: “Así son las cosas”.
Grísseld LecunaG/Bavaresco
Fuente:
Puerto Cabello, pinceladas históricas, Miguel
Elías Dao. Pags. 63 y 64. Impreso en Venezuela por Italgráfica S.A.
Caracas, julio de 1996
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