Aduana aeropuerto Estambul |
Aeropuerto de Atatürk |
Al salir de la fila, una hora después (había demasiada gente entrando a la ciudad), fuimos a buscar el carro que ya habíamos alquilado por internet, duramos otra hora mas para adquirirlo (en Alamo rent a car). Al fin salimos, Alex (mi compañero de viaje), y yo. Ya eran las 3:30 am.
Aleluya!!! una vez fuera del aeropuerto pude respirar aire puro, esa brisa fría característica del otoño estambuli como me habían comentado.
El Malecón y el Mar de Marmara |
Hoy día muchos tramos han sobrevivido y donde ya no existen, fueron elaborados nuevamente y son parte de establecimientos de comercios…
Las Murallas de Constantinopla |
Donde estaba yo era el Europeo. Estambul (allá se le dice Istanbul), es una de las tres urbes transcontinentales que se sitúan entre Europa y Asia.
El Acueducto Valente |
Este acueducto fue construido bajo el reinado del emperador bizantino Valente en el año 368. Tiene 64 metros de altura desde el nivel del mar y 20 metros desde su base... hermoso y bien cuidado, todo un espectáculo.
hermosa Mezquita |
De vuelta para tomar la vía hacia el hotel nos estacionamos frente a una hermosa e iluminada mezquita (después pude constatar que a todas las mezquitas las iluminan), para tratar de conversar con un taxista que solo hablaba turco, para que nos llevara (siguiéndolo a él en nuestro carro) hacia el hotel.
En la zona donde se encontraba el hotel Ilkay, en el distrito histórico de Estambul, situado en Sultanahmet, es la zona más hermosa por sus callecitas de piedra, en algunas aladrilladas por donde pasa el tranvía. Es la parte mas turística.
Calle de la zona colonial |
Estación de Policía |
Caminando la zona colonial con el aire congelante, pude ver la estación de la policía (donde no vi ni un agente y las puertas cerradas), la seguridad de allí es fabulosa (me dijeron que antes no era así).
La Mezquita Azul |
Esta mezquita también conocida como mezquita del Sultán Ahmed, es una de las más grandes de Estambul; situada frente a la Iglesia de Santa Sofía, la cual si estaba iluminada totalmente.
Detrás de mi La Iglesia de Santa Sofia |
Calle del distrito histórico |
En el año de 1935 Atatürk (Mustafa Kemal Atatürk; fundador de la República Turca); transformó el templo en museo; pero no pudimos entrar, ya era muy tarde.
Sus calles llenas de comercios y comerciantes que al pasar frente a sus establecimientos te invitan a entrar, con una labia que si no te espabilas sales comprando la mitad de la tienda o te comes el plato más caro del restaurant.
Y si al día siguiente pasas de nuevo por el establecimiento, te llaman por tu nombre como si te conocieran de toda la vida y te saludan en tu idioma, invitándote de nuevo a pasar; son muy pintorescos...!!
Paseando por el Estrecho del Bosforo, detrás de mi el Palacio de Dolmabahce. |
Y si al día siguiente pasas de nuevo por el establecimiento, te llaman por tu nombre como si te conocieran de toda la vida y te saludan en tu idioma, invitándote de nuevo a pasar; son muy pintorescos...!!
El siguiente día tomamos un tour por el Estrecho del Bósforo.
Este estrecho de 30 kilómetros de longitud conecta al Mar de Marmara con el Mar Negro y separa la parte continental europea de la parte asiática de Turquía, dividiendo, al mismo tiempo, la ciudad de Estambul en dos partes.
Estas partes son conocidas como ciudad vieja (donde se encuentran la mayoría de monumentos históricos, mezquitas y demás) y la ciudad moderna.
Sus aguas con ese hermoso color de un esmeralda suave, casi como el color de una piscina, ademas de tranquila y limpia.
Este estrecho de 30 kilómetros de longitud conecta al Mar de Marmara con el Mar Negro y separa la parte continental europea de la parte asiática de Turquía, dividiendo, al mismo tiempo, la ciudad de Estambul en dos partes.
Palacio Orakoy |
Sus aguas con ese hermoso color de un esmeralda suave, casi como el color de una piscina, ademas de tranquila y limpia.
En este tour se recorre las orillas, disfrutas de los Palacios y hermosas mansiones a orilla del Bósforo.
La brisa que pegaba en el barco era impresionantemente fría y algo fuerte.
En ella pude apreciar varios Palacios, entre ellos vi el Dolmabahce, el Orakoy, el Ciragon y el Bylerbeyu.
A lo largo del trayecto ves el ambiente de la ciudad que no se reduce solo el centro histórico, hay mucho mas que ver.
Durante la travesía que dura más o menos hora y media, pasas por debajo del puente del Bósforo o puente Bogaziçi y el Fatih Sultan Mehmed o segundo puente, ubicado en el punto más angosto del estrecho.
Una vez terminado el viaje por el mar, nos trasladamos al famoso Cafe de Pierre Loti, que debe su nombre al escritor francés el cual iba frecuentemente a este maravilloso rincón del Cuerno de Oro para inspirarse (tanto así que se enamoro de una mujer turca que estaba casada, escribiendo una novela autobiográfica "Aziyade", en que narra su aventura).
Para llegar hasta allá, nos dirigimos en autobús hacia el barrio musulmán de Eyüp Leique, es el barrio más fiel a las tradiciones, un territorio sagrado para el Islam cuyo centro es la mezquita que le da su nombre.
Bajamos del bus y seguimos el recorrido por el barrio a pie.
La brisa que pegaba en el barco era impresionantemente fría y algo fuerte.
En ella pude apreciar varios Palacios, entre ellos vi el Dolmabahce, el Orakoy, el Ciragon y el Bylerbeyu.
Puente desde el estrecho del bosforo |
Durante la travesía que dura más o menos hora y media, pasas por debajo del puente del Bósforo o puente Bogaziçi y el Fatih Sultan Mehmed o segundo puente, ubicado en el punto más angosto del estrecho.
Desde Pierre Loti, Colina del Cuerno de Oro |
Para llegar hasta allá, nos dirigimos en autobús hacia el barrio musulmán de Eyüp Leique, es el barrio más fiel a las tradiciones, un territorio sagrado para el Islam cuyo centro es la mezquita que le da su nombre.
El Cafe de Pierre Loti, al fondo, Estambul |
Y así llegamos al café de Pierre Loti y al cementerio de Eyüp ubicado en la colina del Cuerno del Oro, se trata de un cementerio musulmán muy visitado, ya que las tumbas se ubican desde lo alto de la colina hasta la base de la misma.
Existe la otra parte la cual ofrece un agradable paseo rodeado de árboles y mucha vegetación; además de la increíble vista de Estambul y del estrecho del Bósforo.
Toda la vista es simplemente hermosa.
También está el teleférico que en un par de minutos llegas al mirador de Pierre Loti. Nosotros lo tomamos de regreso.
Bajando nos tocó una larga cola, pero como estaba acostumbrada a las de mi país, no me afecto mucho, esta se me hizo rápida. En ella se aprecia una hermosa vista.
Me hubiese gustado permanecer allá hasta la puesta del sol para comprobar si, como dicen, sus aguas se tiñen de color dorado, pero el tour no esperaría por mí.
Cementerio de Eyüp |
Toda la vista es simplemente hermosa.
También está el teleférico que en un par de minutos llegas al mirador de Pierre Loti. Nosotros lo tomamos de regreso.
Bajando por el teleferico |
Bajando nos tocó una larga cola, pero como estaba acostumbrada a las de mi país, no me afecto mucho, esta se me hizo rápida. En ella se aprecia una hermosa vista.
Me hubiese gustado permanecer allá hasta la puesta del sol para comprobar si, como dicen, sus aguas se tiñen de color dorado, pero el tour no esperaría por mí.
En los pocos días que estuve en Estambul pude disfrutar de algo que me ponía la "piel chinita" y era cuando sonaba el salat por el minarete (lo escuchaba en la hora del mediodía y en la tarde).
El salat (vulgarmente se le llama muecin), es un llamado para la liberación del pecado diario (se ejecutan 5 salat u oraciones) que se escucha desde parlantes que están en la torre de las mezquitas. Yo lo había escuchado algunas veces por televisión pero no en persona y para mí fue alucinante.
El pasear por la zona de Sultanahmed de noche es divino, con la brisita fría, el sentirse protegida, y eso que no vi ni un policía en la calle; allí tampoco llegue a ver ni a un malandro, ni a un niño pidiendo y menos a un ladrón.
El poder caminar a la 1 de la madrugada sin sentir pánico, se siente bien, es algo que hoy en día no se puede hacer en mi país (es muy lamentable).
Asomada por la ventana del hotel escuchando el muecin |
Calle de Sultanahmed, zona histórica |
El poder caminar a la 1 de la madrugada sin sentir pánico, se siente bien, es algo que hoy en día no se puede hacer en mi país (es muy lamentable).
Desde las 11 de la noche las calles quedan como si hubiesen dado un toque de queda.
Al pasear por las calles completamente vacías era lo último que me podría imaginar.
Quizás en la zona nueva pudiera ser más bulliciosa, pero de este lado era una tranquilad total.
Al principio me dio pánico, el andar por esas calles solitarias con poca luz y sin un alma que tropezarte por la acera, se siente incomodo; luego me fui adaptando. Caminamos desde las mezquitas hasta el malecón, es un tramo considerablemente largo…
Solo vimos a un grupo de turistas alemanes que estaban alucinando al igual que nosotros.
Para mí, la sensación fue mágica, y resulto sencillamente espectacular ver esas mezquitas brillando en el cielo oscuro de la noche estambuli, sacadas de un cuento de hadas, uno de los momentos más mágicos y espectaculares que viví en la ciudad.
Ademas, pasear por el malecón, el sentarnos y disfrutar del clima, brindando con vino tinto y unas copas que el restaurant donde cenamos nos regaló (aunque creo que nos lo cobraron), son momentos inolvidables.
Pasando el tranvía por las calles solitarias de Estambul |
Quizás en la zona nueva pudiera ser más bulliciosa, pero de este lado era una tranquilad total.
Al principio me dio pánico, el andar por esas calles solitarias con poca luz y sin un alma que tropezarte por la acera, se siente incomodo; luego me fui adaptando. Caminamos desde las mezquitas hasta el malecón, es un tramo considerablemente largo…
Paseando por el solitario malecón |
Para mí, la sensación fue mágica, y resulto sencillamente espectacular ver esas mezquitas brillando en el cielo oscuro de la noche estambuli, sacadas de un cuento de hadas, uno de los momentos más mágicos y espectaculares que viví en la ciudad.
Vista desde el malecón hacia el Estambul Asiático |
Ademas, pasear por el malecón, el sentarnos y disfrutar del clima, brindando con vino tinto y unas copas que el restaurant donde cenamos nos regaló (aunque creo que nos lo cobraron), son momentos inolvidables.
Al siguiente día pude ver y entrar a la estación de Sirkeci, la estación central del Expreso de Oriente, es algo fuera de este mundo, todo tan bien cuidado, sus pisos relucientes.
Y aunque el suceso ocurrió en el aeropuerto; al entrar a dicha estación me hizo recordar a aquella famosa película llamada el Expreso de Medianoche; que narra a un americano, que es sorprendido en el aeropuerto de Estambul al tratar de abandonar el país con hachís adherido a su cuerpo.
Lo cómico fue que después que salí de aquella hermosa estructura, recordé a la película Asesinato en el Expreso de Oriente, de este tren que queda varado en los Balcanes por una tormenta de nieve y al día siguiente descubren que un pasajero multimillonario fue asesinado.
Cinematograficamente estaba enredada pero personalmente, estaba contenta de haberlo conocido.
Estación del Expreso de Oriente |
Una de las viejas entradas al Expreso de Oriente |
Cinematograficamente estaba enredada pero personalmente, estaba contenta de haberlo conocido.
Del lado contrario de la estación, está la nueva terminal que constituye el principal nodo de conexión de la red ferroviaria de Turquía con el resto de Europa.
Debo acotar; como amante de los miau-miau, que había en la estación un habitante gatuno que dormía su siesta en uno de los bancos de la estación, le tome una foto y ni se inmuto, quizá estaba acostumbrado a los flashes…quien sabe!
El habitante de la estación de Sirkeci |
Los días que pase en Estambul serán inolvidables; su gente, su idioma, su cultura, todo nuevo para mí.
El susto de caminar a altas horas de la noche por sus calles casi vacías, el frió penetrante, el tener que acostumbrarme a ellos para pasarla bien, la alegría de conocer un nuevo país, el escuchar tan de cerca el muecin, mi pulsera de ojo turco, probar un pez redondo de 200 dólares, el hermoso color del mar de Marmara, la Muralla, el Expreso, el Acueducto, las Mezquitas, el té de granada y otras tantas cosas que se me escapan al momento de escribir esta entrada, pero que no se me olvidaran.
Tantos lugares que no pude ver ya que en un fin de semana no se puede conocer todo, pero tengo la certeza y firme convicción de que la próxima, con mas calma, podré lograrlo, pues sé, que volveré a estar allí.
El susto de caminar a altas horas de la noche por sus calles casi vacías, el frió penetrante, el tener que acostumbrarme a ellos para pasarla bien, la alegría de conocer un nuevo país, el escuchar tan de cerca el muecin, mi pulsera de ojo turco, probar un pez redondo de 200 dólares, el hermoso color del mar de Marmara, la Muralla, el Expreso, el Acueducto, las Mezquitas, el té de granada y otras tantas cosas que se me escapan al momento de escribir esta entrada, pero que no se me olvidaran.
Tantos lugares que no pude ver ya que en un fin de semana no se puede conocer todo, pero tengo la certeza y firme convicción de que la próxima, con mas calma, podré lograrlo, pues sé, que volveré a estar allí.
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