En esta semana mayor, les quiero entregar este escrito del dia de ayer que lei en el blog de mi Tío Monchi (Ramón Páez Hernández), donde de manera amena nos "echa" el cuento (y otras cosas mas), de como vivió la Semana Santa en su Puerto Cabello de ayer...... disfrútenlo..!!!!
Echo la
mirada atrás y retrocedo mis recuerdos a finales de los años cuarenta y
principios de los cincuenta. Tiro el ancla en la coronación de la Cuaresma de
aquellos lejanos tiempos: La Semana Santa. Puerto Cabello pone el
escenario de donde me propongo con estos comentarios darle vida presente a
hechos concurrentes e inolvidables que dejaron su impronta cincelada muy hondo
en mi alma, que junto a otras muchas vivencias, me han
encadenado bajo mi feliz consentimiento, a una estrecha y sentimental unión
con todo lo que tiene que ver con ese amado terruño que me vio nacer hace
ya casi ocho décadas y media.
Los Martes
Santos era la fecha escogida por las autoridades eclesiásticas de la ciudad
para que los hombres confesáramos, mientras que los Miércoles se destinaban a
la Comunión. No preciso ahora si todos los Templos porteños estaban habilitados
para ello,pero la mayoría de los varones mayores cumplíamos ambos Sacramentos
en el Templo Nuevo, tal como entonces acostumbrámos denominar al Templo San
José, ubicado siempre como hasta hoy día, frente a la Plaza Bolívar, en
la Calle Anzoátegui. Las Confesiones comenzaban a partir de las 7.oo pm.
atendidas simultáneamente por cuatro o cinco sacerdotes; en tanto que las
Comuniones las recibíamos en los Oficios de Homilías que cada hora se
celebraban desde las seis de la mañana deldíaMiércoles.. Cabe aclarar que en
esos tiempos las fábricas , los comercios en general, las oficinas y despachos
públicos, laboraban con sus horarios ordinarios; dado lo cual se pone de
manifesto la grandeza de la Fe y el Cristianismo Católico -con esa
muestra de recogimiento espiritual - que habitaba fervorosamente en sus
gentes, dado que también las mujeres cumplían fiel y devotamente su
religiosidad. Ya habría tiempo y espacio para el divertimento y el disfrute de
las playas y ríos, pues el Jueves y el Viernes Santos no eran laborables,
y naturalmente, ni el Sábado ni tampoco el Domingo.
Vale
destacar que era tan notable la religiosidad católica del porteño en
Semana Santa, que el Viernes podíamos estar en Patanemo, en Miquija, o en San
Estaban; en Playa Blanca o en Gañango, en El Palito o Borburata. En
cualesquiera de sus playas, gozando de un buen baño y de un sabroso sancocho de
pescado, pero muy atento al paso de las horas, pues a las 4.oo en punto
teníamos que estar - de punta en blanco, como nos decían nuestras madres
- unos en la Iglesia de la Caridad. y otros en el Templo de San José. De este
último saldría a hombros de feligreses la imagen del Cristo Crucificado, que en
posta la conducían a encontrarse con la de su Santa Madre justo en la
Plaza La Concordia, a pocos metros de su nicho en La Caridad. Ese encuentro
ciertamente nos llenaba cada vez que lo presenciábamos, de una más que
enternecedora; indecible pasión del más puro cristianismo, lo cual nos
hacía dulcemente obligante repetir nuestra presencia al acto cada próximo año,
incluído el acompañamiento a la procesión lenta y con velas encendidas y
cantos litúrgicos, de vuelta de ambas imágenes al Templo San José. En el curso
de los días siguientes a la Semana Mayor, la imagen de la Virgen María es traída
de retorno a la Iglesia de la Caridad.
Hoy
celebramos en Venezuela el Viernes Santo de este año 2016. Hace casi cuarenta
lunas que con mi mujer y mis hijos nos mudamos a Caracas. Y desde el mes de
Julio del pasado 2015 estamos viviendo en Miami junto a tres de nuestros
retoños, y también de los de ellos mismos. Las causas y razones del porqué de
este último evento, son harto conocidas, o cuando menos presumibles. Así que
huelga referirme a ello. Y en cuanto a lo que he narrado sobre las Semanas
Santas de mi Puerto Cabello del ayer, carezco de las herramientas
imprescindibles para compararlas con las de los tiempos de la modernidad. Pero
no tengo dudas que respecto a la religiosidad que las enmarcaba en aquellos tiempos
pretéritos, poco de ese caldo debe quedar en la olla. Porque es patente y muy
notoria el grado de falencia que ha venido carcomiendo las raíces del
Catolicismo. Particularmente desde el Concilio Vaticano ll, que comenzó bajo el
patrocinio del Papa Juan XXlll - el recordado Papa Bueno - y concluyó en
1965 cuando el Papado de Paulo Vl. Y no soy yo precisamente el padre de
tal afirmación, sino el recetario de los hechos sobrevenidos posteriormente.
Hoy he tenido la oportunidad de leer en El Nuevo Herald de aquí de Miami, un
interesantísimo artículo del S.J., Guillermo Arias , donde ejemplifica a
través de unos bien enhebrados y certeros sarcasmos, cómo se han venido
empañando los sagrados muros de nuestra reverenciada , milenaria y Santa
Iglesia Católica. "EL FRACASO DE JESÚS" , tituló con marcada
pesadumbre su artículo el sacerdote jesuíta Guillermo Arias. Cito a continuación
algunos de sus sarcasmos, que lo llamo yo de pasado: "Pecado ?
Pecado ? Qué dice ? Ese concepto atávico e intrascendente no nos dice
nada. En qué planeta viven ustedes ? Que si odiar es pecado, que si abortar
también ... Déjense ya de eso ! Hace rato ya que es legal, y hasta
lucrativo!" Y continúa el religioso: " Asumo que estás razonablemente
al tanto de lo que pasa en Europa. Decidieron desentenderse de sus raíces
cristianas y tomar esa lisonjera ruta amoral e inmoral que te entusiasma.
El Islam sectario, convulso, desbocado, rompe por todas sus fronteras.
Bombardear por todas partes ya no resuelve nada. Al contrario, lo ha
complicado todo aún más... Se resquebrajan vertiginosamente las endebles bases
de su idílico confort y no saben hacia dónde coger. Le vendieron su alma
alegremente a Satanás y comienzan a darse cuenta que sólo les cohesiona el
euro, cada día más inestable y maltrecho. Observa en concreto a España -
continúa el cura jesuíta su regaño que es eso su jalón de orejas al mundo- No
logran formar gobierno. Nadie confía ya más en nadie. Jamás se imaginaron que
unos y otros podían ser tan corruptos ! Calcularon bien mal. Una vez que se
ignora o desprecia a Dios y sus leyes, nos saltamos - liberados - todas las
demás barreras. Aún las que nos protegen de despeñarnos." Una y otra vez
el Padre Arias coloca de relieve el amor a Dios nuestro Señor, a que
parece hemos de facto renunciado - y es mía la interpretación - para
lanzarnos gozosos a los brazos de la perdición que con diferentes caras y
matices nos ofrece en tentación el Ángel Caído. Y para terminar estos
comentarios con los que he intentado reivindicar mi FE este Viernes Santo del
2016, unas cuantas reflexiones más sacadas al voleo del artículo del sacerdote
jesuíta: "El alma del pecador está muerta, aunque su cuerpo esté sano, dijo
San Agustín." Por estos derrumbaderos andamos. Demasiados desalmados
carentes de amor o respeto a Dios cargan armas convencionales, químicas y
nucleares en esta encrucijada de la Historia. Hasta cuándo - se pregunta angustiado
el religioso - podrá ampararnos el desmedido Amor que nos ha mostrado el Padre
en su Hijo Crucificado, si continuamos burlándonos de Él? " Y éste
otro, sin desperdicio alguno: "Un médico no puede ayudarte si no admites
que estás enfermo. Jesús no puede sanar a quien no reconoce sus pecados ni pide
perdón." Sinceramente recomiendo a quienes me lean, que hagan lo propio
vía internet con la edición de hoy de el Nuevo Herald, y se regodeen
leyendo completo el artículo del que les he hablado. Está en el Cuerpo de la
Página 3B. A veces es refrescante y altamente aleccionador y provechoso,
apartarse un momento de los ruidos del mundanal acontecer, y entregarse a la
lectura de las cosas de Dios.
http://monchipaez.blogspot.com/2016/03/las-semanas-santas-de-mi-epoca-portena.html?spref=fb
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